14/9/12

El Tango y la Década Infame

La música popular suele reflejar los avatares sociales con singular precisión. Nada mejor que ella para entender el sentir de la población. En el caso de la crisis de los años treinta, el tango logró dar un salto de calidad, pasando de reflejar pesadumbres individuales a radiografiar sin piedad a una sociedad derrumbada y sin destino.

Primero, incluiremos dos tangos previos al golpe, que nos ayudarán a tener un panorama de la denominada cuestión social y la crisis de valores de la Argentina de entreguerras. Por un lado, "Que vachaché", de Enrique Santos Discépolo y "Se viene la Maroma", de Manuel Romero y Enrique Delfino. El primer caso, un auténtico clásico en el que se denuncia que "la razón la tiene el de más guita". En el segundo, Romero manifiesta el hartazgo de las clases bajas y la esperanza de una revolución que parecía estar a la vuelta de la esquina.

Luego, transcribimos varios tangos de los principales poetas del género. Estamos hablando, por supuesto, del mencionado Discépolo, además de Celedonio Flores y Enrique Cadícamo. Cada uno nos brinda una historia, una reflexión, un dolor. El autor de "Cambalache", retratará como nadie la falta de oportunidades en la que nos sumió la crisis del 30. Juan Carlos Marambio Catán, nos traerá un fresco de un prostíbulo. Allí, el patrón despilfarra sus ganancias en vez de aumentar el salario del obrero. El Negro Cele, por su parte, se pregunta en cuál es el pecado de robar un pedazo de pan para poder comer. Mario Batistella retrata la revancha oligárquica en "Al pie de la Santa Cruz", cuando un trabajador es perseguido por la "Ley Patronal". Para finalizar, Cadícamo analiza su época e implora que un mecánico lo venga a arreglar.

QUÉ VACHACHÉ (1926)
Letra y Música: Enrique Santos Discépolo

Piantá de aquí, no vuelvas en tu vida.
Ya me tenés bien requeteamurada.
No puedo más pasarla sin comida
ni oírte así, decir tanta pavada.
¿No te das cuenta que sos un engrupido?
¿Te creés que al mundo lo vas a arreglar vos?
¡Si aquí, ni Dios rescata lo perdido!
¿Qué querés vos? ¡Hacé el favor!.

Lo que hace falta es empacar mucha moneda,
vender el alma, rifar el corazón,
tirar la poca decencia que te queda...
Plata, plata, plata y plata otra vez...
Así es posible que morfés todos los días,
tengas amigos, casa, nombre...y lo que quieras vos.
El verdadero amor se ahogó en la sopa:
la panza es reina y el dinero Dios.

¿Pero no ves, gilito embanderado,
que la razón la tiene el de más guita?
¿Que la honradez la venden al contado
y a la moral la dan por moneditas?
¿Que no hay ninguna verdad que se resista
frente a dos pesos moneda nacional?
Vos resultás, -haciendo el moralista-,
un disfrazao...sin carnaval...

¡Tirate al río! ¡No embromés con tu conciencia!
Sos un secante que no hace reír.
Dame puchero, guardá la decencia...
¡Plata, plata y plata! ¡Yo quiero vivir!
¿Qué culpa tengo si has piyao la vida en serio?
Pasás de otario, morfás aire y no tenés colchón...
¿Qué vachaché? Hoy ya murió el criterio!
Vale Jesús lo mismo que el ladrón...

SE VIENE LA MAROMA (1928)
Música: Enrique Delfino
Letra: Manuel Romero

Cachorro de bacán,
andá achicando el tren;
los ricos hoy están
al borde del sartén.
El vento del cobán,
el auto y la mansión,
bien pronto rajarán
por un escotillón.
Parece que está lista y ha rumbiao
la bronca comunista pa' este lao;
tendrás que laburar pa' morfar...
¡Lo que te van a gozar!
Pedazo de haragán,
bacán sin profesión;
bien pronto te verán
chivudo y sin colchón.

¡Ya está! ¡Llegó!
¡No hay más que hablar!
Se viene la maroma sovietista.
Los orres ya están hartos de morfar salame y pan
y hoy quieren morfar ostras con sauternes y champán.

Aquí ni Dios se va a piantar
el día del reparto a la romana
y hasta tendrás que entregar a tu hermana
para la comunidad...
Y vos que amarrocás
vintén sobre vintén,
la plata que ganás
robando en tu almacén.
Y vos que la gozás
y hacés el parisién,
y sólo te tragás
el morfi de otros cien...

¡Pa' todos habrá goma, no hay cuidao...!
Se viene la maroma pa' este lao:
el pato empezará a dominar...
¡cómo lo vamo' a gozar!

Pedazo de haragán,
bacán sin profesión;
bien pronto te verán
mangando pa'l buyón.

YIRA YIRA (1930)
Letra y Música: Enrique Santos Discépolo

Cuando la suerte qu' es grela,
fayando y fayando
te largue parao;
cuando estés bien en la vía,
sin rumbo, desesperao;
cuando no tengas ni fe,
ni yerba de ayer
secándose al sol;
cuando rajés los tamangos
buscando ese mango
que te haga morfar...
la indiferencia del mundo
-que es sordo y es mudo-
recién sentirás.

Verás que todo el mentira,
verás que nada es amor,
que al mundo nada le importa...
¡Yira!... ¡Yira!...
Aunque te quiebre la vida,
aunque te muerda un dolor,
no esperes nunca una ayuda,
ni una mano, ni un favor.

Cuando estén secas las pilas
de todos los timbres
que vos apretás,
buscando un pecho fraterno
para morir abrazao...
Cuando te dejen tirao
después de cinchar
lo mismo que a mí.
Cuando manyés que a tu lado
se prueban la ropa
que vas a dejar...
Te acordarás de este otario
que un día, cansado,
¡se puso a ladrar!

ACQUAFORTE (1932)
Música: Horacio Pettorossi
Letra: Juan Carlos Marambio Catán

Es media noche. El cabaret despierta.
Muchas mujeres, flores y champán.
Va a comenzar la eterna y triste fiesta
de los que viven al ritmo de un gotán.
Cuarenta años de vida me encadenan,
blanca la testa, viejo el corazón:
hoy puedo ya mirar con mucha pena
lo que otros tiempos miré con ilusión.

Las pobres milongas,
dopadas de besos,
me miran extrañas,
con curiosidad.
Ya no me conocen:
estoy solo y viejo,
no hay luz en mis ojos...
La vida se va...

Un viejo verde que gasta su dinero
emborrachando a Lulú con el champán
hoy le negó el aumento a un pobre obrero
que le pidió un pedazo más de pan.
Aquella pobre mujer que vende flores
y fue en mi tiempo la reina de Montmartre
me ofrece, con sonrisa, unas violetas
para que alegren, tal vez, mi soledad.

Y pienso en la vida:
las madres que sufren,
los hijos que vagan
sin techo ni pan,
vendiendo "La Prensa",
ganando dos guitas...
¡Qué triste es todo esto!
¡Quisiera llorar!

PAN (1932)
Música: Eduardo Pereyra
Letra: Celedonio Flores

Él sabe que tiene para largo rato,
la sentencia en fija lo va a hacer sonar,
así -entre cabrero, sumiso y amargo-
la luz de la aurora lo va a saludar.

Quisiera que alguno pudiera escucharlo
en esa elocuencia que las penas dan,
y ver si es humano querer condenarlo
por haber robado... ¡un cacho de pan!...

Sus pibes no lloran por llorar,
ni piden masitas,
ni chiches, ni dulces... ¡Señor!...
Sus pibes se mueren de frío
y lloran, habrientos de pan...
La abuela se queja de dolor,
doliente reproche que ofende a su hombría.
También su mujer,
escuálida y flaca,
con una mirada
toda la tragedia le ha dado a entender.

¿Trabajar?... ¿En dónde?... Extender la mano
pididendo al que pasa limosna, ¿por qué?
Recibir la afrenta de un ¡perdone, hermano!
Él, que es fuerte y tiene valor y altivez.

Se durmieron todos, cachó la barreta,
se puso la gorra resuelto a robar...
¡Un vidrio, unos gritos! ¡Auxilio!... ¡Carreras!...
Un hombre que llora y un cacho de pan...

AL PIE DE LA SANTA CRUZ (1933)
Música: Enrique Delfino
Letra: Mario Battistela

Declaran la huelga,
hay hambre en las casas,
es mucho el trabajo
y poco el jornal;
y en ese entrevero
de lucha sangrienta,
se venga de un hombre
la Ley Patronal.
Los viejos no saben
que lo condenaron,
pues miente, piadosa,
su pobre mujer.
Quizás un milagro
le lleve el indulto
y vuelva en su casa
la dicha de ayer.

Mientras tanto,
al pie de la santa Cruz,
una anciana desolada
llorando implora a Jesús:
"Por tus llagas que son santas,
por mi pena y mi dolor,
ten piedad de nuestro hijo,
¡Protégelo, Señor¡"
Y el anciano,
que no sabe ya rezar,
con acento tembloroso
también protesta a la par:
"¿Qué mal te hicimos nosotros
pa' darnos tanto dolor?"
Y, a su vez, dice la anciana:
"¡Protégelo, Señor!..."

Los pies engrillados,
cruzó la planchada.
La esposa lo mira,
quisiera gritar...
Y el pibe inocente
que lleva en los brazos
le dice llorando:
"¡Yo quiero a papá!"
Largaron amarras
y el último cabo
vibró, al desprenderse,
en todo su ser.
Se pierde de vista
la nave maldita
y cae desmayada
la pobre mujer...

AL MUNDO LE FALTA UN TORNILLO (1933)
Música: José María Aguilar
Letra: Enrique Cadícamo

Todo el mundo está en la estufa,
Triste, amargao y sin garufa,
neurasténico y cortao...
Se acabaron los robustos,
si hasta yo, que daba gusto,
¡cuatro kilos he bajao!
Hoy no hay guita ni de asalto
y el puchero está tan alto
que hay que usar el trampolín.
Si habrá crisis, bronca y hambre,
que el que compra diez de fiambre
hoy se morfa hasta el piolín.

Hoy se vive de prepo
y se duerme apurao.
Y la chiva hasta a Cristo
se la han afeitao...
Hoy se lleva a empeñar
al amigo más fiel,
nadie invita a morfar...
todo el mundo en el riel.
Al mundo le falta un tornillo
que venga un mecánico...
¿Pa' qué, che viejo?
Pa' ver si lo puede arreglar.

¿Qué sucede?... ¡mama mía!
Se cayó la estantería
o San Pedro abrió el portón.
La creación anda a las piñas
y de pura arrebatiña
apoliya sin colchón.
El ladrón es hoy decente
a la fuerza se ha hecho gente,
va no encuentra a quién robar.
Y el honrao se ha vuelto chorro
porque en su fiebre de ahorro
él se "afana" por guardar.
Al mundo le falta un tornillo,
que venga un mecánico.
pa' ver si lo puede arreglar.

22/5/12

¿Cómo fue la primera bomba atómica?

El 6 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó la primera bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima. Este acto bélico, llevó a la rendición rápida e incondicional de Japón. Los daños biológicos persisten hasta nuestros días en la población japonesa.


Ediciona.

14/4/12

Comunidades Originarias de la Pampa y la Patagonia

Desde hace trece mil años, la Patagonia está habitada por cazadores especializados. Estos fueron denominados tehuelches, por los mapuches; patagones, por los españoles; pampas, por los pueblos andinos (pampas, en quichua, significa llanura). Los onas (tehuelches insulares), habitaban el norte de Tierra del Fuego y se agrupaban en dos parcialidades con diferentes idiomas: los selknam (cazadores recolectores) y los haus (pescadores).

La cultura tehuelche era bastante homogénea. Su característica principal era la caza de guanacos y ñandúes. Cargaban a los hombros su vivienda de cuero enrollada y luego se detenían en algunos lugares establecidos. Para dormir extendían pieles sobre el piso. Utilizaban armas como el arco y la flecha, la boleadora de dos o tres bolas y la bola perdida, que era una sola piedra atada con una tienta de cuero.


Socialmente se organizaban en bandas compuestas por varias familias extendidas. Las familias eran monogámicas. El casamiento se realizaba por compra de la novia o por rapto. Los hombres tenían a su cargo la construcción de las viviendas y la caza. Las mujeres, trabajaban el cuero, cocinaban y recolectaban frutos y raíces.

Su comida principal era el guanaco y el ñandú, aunque también comían pumas, liebres, venados y nutrias. Al cazar una presa, bebían primero la sangre y luego lo cocinaban con piedras calientes. También preparaban charqui. Sin embargo, salvo los onas, los tehuelches no comían pescado, ya que creían que descendían de estos.

Los Mapuches (de Arauco, tierra gredosa y co, agua) habitaban la zona desde hace unos dos mil años. Los incas no pudieron sojuzgarlos. Tampoco los conquistadores españoles.


Los mapuches era un pueblo agricultor, sedentario, famosos por su técnica de tejido en telas y su trabajo en platería. También desarrollaron la cerámica, cestería en junco, la talabartería y hermosas tallas en madera. En nuestro país, los mapuches influenciaron a los pehuenches primero, y a los tehuelches, después. Este proceso se denominó araucanización.


Se agruparon en numerosas tribus. Entre ellas, se destacaron los Ranqueles, el Cacicazgo de Salinas Grandes y el de las Manzanas. Sedentarios de origen, la llegada de los españoles y la adopción del caballo cambió para siempre sus costumbres.

Teresa Egger-Brass, Marisa Gallego, Historia II, Maipue, Buenos Aires, 2011.

10/4/12

Comunidades Originarias del Chaco

Esta región abarca parte del norte argentino, Paraguay y parte de Bolivia. En este territorio, existen varias familias lingüísticas, con las cuales se pueden dividir los pueblos que habitaron la zona. Los Guaycurú (tobas, mocoví, abipón, pilagá), la Mataco-mataguaya (mataco, tonocoté), la Tupí-Guaraní y la Lule-Vilela.


En general, practicaban cacerías que se efectuaban arrinconando animales por medio del ruido, humo o quema de pastizales. De ahí viene el nombre de la región. Chaco significa “país de las cacerías”.

Los Chiriguanos, por ejemplo, eran muy guerreros y se expandieron por la selva del Chaco Occidental. Eran tribus que se organizaban alrededor de un cacique regional hereditario. Éstos eran lugartenientes, hechiceros benignos y capitanes de guerra. Se relacionaron con otras comunidades: acosaron a los matacos y sometieron a los chané. Resistieron a la dominación incaica. Para tratar de dominarlos, los incas apresaron a un grupo de ellos y los dejaron morir de frío en la plaza de ceremonias. Por esto, los denominaron despectivamente como chiriguanos. Chiri significa frío; Guano, estiércol.

Los Wichís eran bandas semi-nómades que ocuparon el Chaco Central. Algunas tribus se dedicaban a la actividad de caza en el monte. Otros eran fundamentalmente pescadores.

Tenían una sociedad igualitaria. Vivían en chozas de forma cilíndricas, hechas de ramas y pajas. Eran pequeñas y bajas. Se realizaba una división de trabajo por sexo. Los hombres se preocupaban de la caza y la pesca. Las mujeres, de la recolección, practicaban la alfarería simple, tejían y recolectaban frutos. Para la pesca, los hombres eran guiados por un conocedor del río. Tomados de la mano, caminaban por el agua y encerraban al cardumen con redes. La caza se organizaba en forma similar. Trataban siempre de arrinconar a los animales por medio del ruido de un silbato.

Los Guaraníes fueron la cultura más importante de la zona. Su aspecto físico es similar al de los amazonas. Estatura baja (162 centímetros los hombres, 150 las mujeres) y cuerpo bien musculoso. Los hombres habitualmente andaban desnudos y las mujeres usaban un cubresexo.

Sus grandes casas o malocas, llegaban a tener hasta 50 metros de largo. Estaban construidas con troncos, techos a dos aguas y rodeaban una plaza central. En su interior, se colgaban hamacas.


Era un pueblo fundamentalmente agricultor. En general, emplearon el sistema de roza, por lo que cada cinco o seis años trasladaban su aldea. Cultivaban mandioca, batata, maíz, zapallo, poroto, maní, mate y algodón. Pescaban en ríos, usando línea y anzuelo, arco y flecha o por medio del endicamiento. Esto es, obstruir ciertas porciones del río con diques. También, se sabe que usaban venenos.

Creían en varios dioses. Tupá era uno de los principales. Buscaban la “tierra sin mal”, una especie de paraíso terrenal. Además, practicaban la antropofagia ritual. O sea, se comían a sus enemigos.

Teresa Egger-Brass, Marisa Gallego, Historia II, Maipue, Buenos Aires, 2011.

Comunidades Originarias de la Montaña

Los diaguitas vivían en comunidades en los valles y quebradas del Noroeste (Salta, Tucumán, Catamarca y La Rioja). Todo el actual noroeste argentino recibió la influencia cultural de las civilizaciones andinas y fueron dominadas por los Incas en el año 1480.

Construyeron viviendas en piedra, con techos de ramas o madera de cardón y paja. Inclusive, utilizaban pisos de laja. Las paredes eran anchas y poco elevadas.


Practicaban la agricultura en forma intensiva. Sus andenes eran similares a los utilizados por las altas culturas andinas. En esta región, la agricultura ya se conocía hacía dos mil años. Cultivaban maíz, porotos, quínoa y zapallo. Practicaron la alfarería. Entre el 650-850 d. C., elaboraron cerámicas pintadas con motivos felinos y guerreros.

Los Comechingones habitaron las Sierras Centrales de Córdoba. Eran pueblos agricultores en grandes extensiones de terreno. Utilizaron el riego artificial y la conservación de alimentos en silos subterráneos. Eran, además, pastores de llamas. Complementaban su dieta con la recolección de frutos.

Vivían en pueblos chicos, de no más de cuarenta casas, cercados por cardones y arboledas. Sus viviendas eran bajas, con una parte bajo tierra. Ingresaban a las mismas como si fueran sótanos. Hacían esto por las bajas temperaturas y la falta de madera.

Peleaban habitualmente contra los sanavirones. Impidieron la entrada de los Incas y lucharon contra los españoles pero finalmente fueron vencidos.

Teresa Egger-Brass, Marisa Gallego, Historia II, Maipue, Buenos Aires, 2011.

6/4/12

Alimentación azteca

El hecho de que los aztecas vivieran en una zona lacustre (en una zona de lagos), determinó que el pescado fuera una parte importante de su dieta. También cazaban aves, venados, liebres y conejos. Criaban guajolotes (pavos), recogían larvas y algas y cultivaban hortalizas. Los perros, además de ser animales de compañía, formaban parte de su alimentación.


Su bebida más representativa fue el pulque, bebida ligeramente alcohólica que se extraía del maguey. Según el uso que se le diera, al pulque se lo mezclaba con frutas o con chocolate. Puede decirse que los aztecas eran un pueblo muy sobrio. El alcoholismo prácticamente no existía. Se aplicaban penas muy severas a su consumo excesivo, pues el licor solo se usaba en ritos religiosos. Los únicos autorizados eran aquellos cuya vida activa (laboral y guerrera) había concluido.


El gusano blanco de maguey era el alimento predilecto de los emperadores aztecas. Es una larva que habita dentro de las pencas de esta cactus. Tiene sabor tenue, es muy delicioso y además se cree que tiene muchas propiedades medicinales. Los gusanos de maguey se cocinan fritos y se acompañan con salsa verde.

VV. AA., Historia Universal: Aztecas, Mayas e Incas, Buenos Aires, Sol 90, 2004. [Tomo 9]

21/3/12

¿Qué son las terrazas de cultivo?

El imperio incaico fue un espectacular ejemplo de eficiencia en el manejo de la tierra. Ejemplo de esto son las terrazas de cultivo. Las mismas, eran construidas como largos y angostos peldaños en las faldas de las montañas, sostenidas por piedras que retenían la tierra fértil. Las terrazas cumplían la función de distribuir regularmente la humedad. Allí el agua de lluvia iba filtrándose lentamente desde los niveles superiores a los inferiores, utilizándose plenamente la cantidad de líquido disponible. En las áreas más lluviosas y en las de mayor pendiente, este mismo sistema ayudaba a evitar la erosión.


El suelo de las terrazas se mezclaba con el excremento de aves marinas acumulado en las islas y costas (guano). Este recurso era cuidadosamente administrado, porque de él dependía la alimentación de la población. En la costa y en los valles, además, fertilizaban con cabezas de pescado, que enterraban con semillas de maíz en su interior. Para este cultivo utilizaron también excrementos humanos secados al sol y pulverizados. Había muy poco suelo que fuera naturalmente apto para el cultivo. Había que construirlo metro a metro.

Antonio Brailovsky-Dina Foguelman, Memoria Verde, Sudamericana, Buenos Aires, 1991.

Sacrificios humanos

Para algunos especialistas, la religión azteca expresaba una verdadera ideología imperialista. Por ejemplo, su dios principal, Huitzilopochtli, les había prometido el dominio del mundo a cambio de sacrificios humanos.


El sacrificio anual de mayor emotividad se realizaba en homenaje a Tezcatlipoca. Con un año de anticipación, los sacerdotes elegían a un prisionero joven para representar al dios y durante ese año lo educaban en distintas artes, lo vestían y todos lo reverenciaban como si fuera la imagen viviente del dios. Cuando comenzaba el mes del sacrificio, lo casaban con cuatro vírgenes y se hacían grandes fiestas. El día señalado era acompañado por las mujeres en una embarcación por el lago hasta llegar hasta la isla en donde se encontraba el templo. Allí se dirigía solo hasta la pirámide, subiendo lentamente los peldaños. En la plataforma, cuatro sacerdotes lo recostaban sobre la piedra del sacrificio y le sujetaban los brazos y las piernas. Un quinto sacerdote le abría rápidamente el pecho con un cuchillo de sílice y le arrancaba el corazón con la mano. La sangre se recolectaba en un vaso sagrado y su corazón luego se quemaba en homenaje al dios.

Teresa Eggers - Brass, Historia II, Maipue, Buenos Aires, 2011, p. 39.
Historiadores Histéricos, 15/03/10.

20/3/12

¿Qué son las chinampas?

Las chinampas (del náhuatl chinamitl, seto o cerca de cañas) son un sistema de producción de alimentos empleado por los Aztecas en el valle de México, para explotar las áreas pantanosas que rodean los lagos.

Las chinampas son como "islas" sobre plataformas elevadas (de 2,5-10 metros de ancho y hasta 120 metros de largo) construidas con lodo extraído de los pantanos o lagos poco profundos. Los aztecas construían chinampas a medio metro sobre el nivel del agua y reforzaban los costados con estacas y ramas entrecruzadas, mediante el establecimiento de sauces.


El suelo de las chinampas se enriquece constantemente con materia orgánica producida por las plantas acuáticas y el lodo, y el sedimento de los reservorios de agua.


Sobre las chinampas, los agricultores concentran la producción de cultivos básicos y de hortalizas. Esto incluye los policultivos tradicionales de maíz/frijol/calabaza, yuca/frijol/maíz/amaranto/chiles, y una serie de combinaciones de árboles frutales y cultivos de cobertura. En los canales circundantes los agricultores promueven las poblaciones de peces para agregar proteínas a la dieta. Este sistema de cultivo permitió sustentar a una población densa.

Iccc.es.

¿Cómo cultivaban los mayas? ¿Qué era la agricultura en base a la roza?

El fundamento de la economía de los mayas era la agricultura en base a la roza. La técnica de roza consiste en preparar mediante la tala e incendio de un sector de la selva, para despejar las malezas y arbustos previamente a la siembra. Se cultiva ese predio varios años hasta que disminuye la producción por agotamiento del suelo. Luego se prepara otro sector de la selva del mismo modo, y no se vuelve a sembrar el primero hasta que esa tierra no haya recuperado la vegetación.


Por eso, este sistema agrícola requería de un amplio territorio. Como consecuencia, las ciudades-estado se hallaban dispersas, con terrenos libres a su alrededor.

Según algunos especialistas, los mayas habrían desaparecido por emplear los recursos naturales de esta manera. El consumo "conspicuo" de los recursos naturales causó deforestación y daños en el sistema agrícola. Esto impidió cultivar la suficiente cantidad de alimentos para mantener a una población que para esa época llegaba alrededor de un millón de habitantes en toda la Cuenca.

Teresa Eggers - Brass, Historia II, Maipue, Buenos Aires, 2011, pp. 27-28.
Clarín, 17/03/11.