Para algunos especialistas, la religión azteca expresaba una verdadera ideología imperialista. Por ejemplo, su dios principal, Huitzilopochtli, les había prometido el dominio del mundo a cambio de sacrificios humanos.
El sacrificio anual de mayor emotividad se realizaba en homenaje a Tezcatlipoca. Con un año de anticipación, los sacerdotes elegían a un prisionero joven para representar al dios y durante ese año lo educaban en distintas artes, lo vestían y todos lo reverenciaban como si fuera la imagen viviente del dios. Cuando comenzaba el mes del sacrificio, lo casaban con cuatro vírgenes y se hacían grandes fiestas. El día señalado era acompañado por las mujeres en una embarcación por el lago hasta llegar hasta la isla en donde se encontraba el templo. Allí se dirigía solo hasta la pirámide, subiendo lentamente los peldaños. En la plataforma, cuatro sacerdotes lo recostaban sobre la piedra del sacrificio y le sujetaban los brazos y las piernas. Un quinto sacerdote le abría rápidamente el pecho con un cuchillo de sílice y le arrancaba el corazón con la mano. La sangre se recolectaba en un vaso sagrado y su corazón luego se quemaba en homenaje al dios.
Teresa Eggers - Brass, Historia II, Maipue, Buenos Aires, 2011, p. 39.
Historiadores Histéricos, 15/03/10.
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