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4/3/20

Dossier Fotografía y Ciencias Sociales

Instrucciones para mirar una fotografía

Por Cora Gamarnik

Elegir, buscar o encontrar una fotografía que por alguna razón nos impacte, nos interese, nos sorprenda, nos duela, nos alegre, nos lastime, nos traiga recuerdos, nos convenza, nos interpele.

Buscar una foto y mirarla. Mirarla, mirarla y volverla a mirar. Detenernos para verla.

Buscar al autor o autora. Buscar el año, el día, el lugar donde se hizo. Si es posible, entrevistar al autor. Preguntarle por qué sacó esa foto, en qué circunstancias, que le pasó al sacarla, que sintió, que hizo después, cómo la hizo circular, para qué o para quién la sacó, dónde la publicó si es que se hizo pública. Preguntarle qué piensa de su foto.

Conocer la historia de ese autor, revisar otras de sus fotos, poner esa foto en serie, en continuidad.

Tomar lo que dice el autor con pinzas. Analizarlo, contrastarlo con otras voces. Considerarlo como una voz clave para pensar esa fotografía, pero no como la única voz posible.

Suponer la intención del autor. Pensar qué buscó, pero también lo que se le escapó, lo que captó sin querer, lo que pudo y lo que no pudo.

Identificar las causalidades y las casualidades de esa imagen.

Pensar qué hizo el fotógrafo para tomar esa imagen. ¿Dónde se paró, adónde se subió, con qué cámara la sacó, por qué eligió ese lugar? ¿Tenía otras opciones?

Pensar si la planificó, la organizó o la consiguió. Si hizo posar a los que intervienen en la imagen o no. Si sabían los fotografiados que estaban siendo fotografiados. Si trató de pasar desapercibido o armó la escena. Si modificó algo de la situación antes de fotografiarla o si hizo lo que pudo como testigo mudo.

Analizar la fecha, estudiar el acontecimiento fotografiado, las razones por las que se produjo, lo que estaba en juego, lo que quedó al margen, lo que se ganó o perdió.

Mirar lo que pasa dentro de la foto. Analizar su forma. Sus planos, sus ángulos, su composición, sus puntos de fuga, sus colores, sus luces y sombras. Ver los personajes u objetos que están presentes. Ver las poses, los detalles. Ver los actores primarios y los secundarios. Ver lo que está en primer plano. Ver lo que no está en primer plano. Ver las figuras centrales y el fondo. Ver qué está iluminado, ver qué queda a oscuras.

Ver el instante capturado. ¿Es una excepción? ¿Es parte de una rutina? ¿Es algo excepcional?

Ver si es única o una de miles.

Mirar las miradas. ¿A quién miran? ¿Hacia dónde miran? ¿Se miran entre sí? ¿Qué no pueden ver?

Mirar lo que está en el cuadro. Mirar lo que queda fuera de cuadro. ¿Qué eligió captar el fotógrafo? ¿Qué eligió que quede afuera? ¿Qué no pudo o no quiso incluir en la imagen?

Ampliar la foto y recortarla. Mirarla por pedacitos. Reencuadrarla.

Ver quiénes están dentro de la foto. ¿Qué les pasa? ¿Qué hacen allí? ¿Qué sabemos de ellos? ¿Por qué están ahí?

Mirar lo que la foto dice, grita o susurra. Mirar lo que la foto calla, oculta o no dice.

Mirar los textos que la acompañan. Pensar los textos que podrían acompañarla.

Mirar el lugar de publicación de la foto. Si está en un diario, en un libro, en el posteo de un amigo, en la página oficial de un gobierno, en un álbum familiar… Si la tomó el fotógrafo de un diario, de una agencia, un free lance, un fotógrafo de un medio alternativo, un aficionado…

Mirar la relación que hay entre el o los textos que la rodean y la foto. Ver si el texto la explica, la fortalece, la tergiversa, la transforma, la completa, la tapa, la sostiene, la piensa, la contextualiza.

Pensar si vale la pena mostrarla. Y pensar ¿dónde? ¿De qué manera? En la pared de un museo, en un muro de Facebook, en la pared de una escuela, en la pared de una calle… ¿Por qué mostrarla? ¿Por qué esa y no otra de las miles y miles que existen? ¿Esa sola o con otras?

Preguntarse: ¿Qué transporta la foto? ¿Qué conserva? ¿Qué guarda?

Compararla con otras. Del mismo día, del mismo autor, de otro autor, del mismo tema, de las mismas situaciones, de otras situaciones.

Contrastarla.

Ponerla en relación, en serie.

Escribir su historia.

Ver qué sintetiza, qué simboliza, qué indica.

Ver si es huella, vestigio o rastro.

Ver qué llama enciende, que vacío deja, cómo punza.

Pensar si es un testimonio, un documento, un aguijón o una ráfaga de luz.

Ver si vale la pena archivarla, catalogarla, etiquetarla.

Ver si late.

http://lobosuelto.com/instrucciones-para-mirar-una-fotografia-cora-gamarnik/

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Una foto es un pedacito de pasado

Por Raquel Robles

Una foto es un pedacito de pasado. Y para quienes buscan en el pasado alguna explicación que ilumine el presente, una foto es un tesoro. Hay quienes tienen una única foto carnet de su padre o su madre y de ahí logran extraer desde parecidos hasta muecas que anuncian lo que después iba venir. Hay otros que, en una foto de grupo, capturada sin permiso, encuentran un brazo, una mano, un anillo del ser querido, y en ese brazo, en esa mano, construyen todo lo que saben sobre el abrazo y el mimo. También están las señoras que arrullan una foto marcada en la que se ve un bebé regordete con pestañas largas y hoyitos en los cachetes y nada importa que ese bebé después se haya convertido en un estudiante aguerrido que desafiando los pronósticos horribles salió a la calle a repartir volantes y murió quién sabe dónde, quién sabe cómo. Porque esa señora, en ese acunar del hijo muerto, siempre será madre de un bebé. Un hijo es la foto de un bebé. [...]

Una foto es un testimonio del pasado. Y para quienes quieren entender el presente develando el pasado, una foto es un documento precioso. Las palabras siempre parecen poder ambiguarse, decir varias cosas a la vez, falsearse, utilizarse para decir mentiras, para confundir al punto de contar que pasó algo que no pasó, o para ocultar que pasó algo que sí pasó. Las imágenes, en cambio, aunque por supuesto también son un relato, y un encuadre y hablan del ojo más que del objeto que retratan, tienen la capacidad de zanjar discusiones. Quién podría decir que Maxi y Darío no fueron asesinados por la policía. Quién podría negar que las Madres de Plaza de Mayo fueron atropelladas por los caballos de la Montada en aquel agobiante diciembre del 2001. Quién podría desentenderse de los daños que provocan los agroquímicos después de ver los cuerpos mutilados, las pieles escamadas, las mentes alteradas. Las imágenes son inobjetables.

Una foto es pedacito del pasado, un testimonio, una prueba. Pero una foto también es una manifestación del futuro. Una sonrisa pegada a la otra. Unos dientes que parecen la duplicación de los mismos dientes. Unos ojos adentro de un dibujo simétrico de arrugas. Una mirada que quiere capturar ansiosa lo que viene. Otra mirada que se inclina con calma hacia adelante. Guido y Estela. Una foto que ya no dice quiénes fueron, cómo eran cuando estaban amputados el uno del otro, no es la imagen para siempre joven de Laura ni la diplomática tozudez de Estela ni la ternura del músico. Es un acto de adivinación. Es una gitana que lee en las manos de la historia y dice: vas a encontrar por fin la paz que buscabas y tu corazón se aquietará y podrás pensar en otras cosas, incluso podrás poner tu mente en blanco porque tu viaje ha llegado al final y a la vez tu barco está a punto de zarpar. Por eso los fotógrafos, los buenos fotógrafos –como los buenos escritores- miran por un pequeño agujerito lo que pasa, arrojan esa piedra de pasado con un honda infinitamente elástica hacia el futuro y traen de allá noticias de lo que vendrá. Los fotógrafos, los buenos fotógrafos, son nuestras pitonisas. Nos sentamos a mirar en sus faldas los álbumes del futuro por llegar.

Texto de presentación de la 26 º Muestra Anual de Fotoperiodismo, organizado por ARGRA