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13/2/20

Historia III

¿Qué es la Historia?

La Historia es una rama de las Ciencias Sociales que tiene como objeto de estudio el pasado de la humanidad, tanto el reciente como el remoto, y que se fundamenta para ello en libros, referencias y material documental de diversa índole.

Si bien la Historia puede abordar cualquier período del pasado de la civilización humana, se suele circunscribir su área de interés a los que tomaron lugar después de la invención de la escritura, ya que a partir de entonces se tiene algún tipo de registro de lo ocurrido. La noción de historia y la de registro están íntimamente involucradas.

La palabra “historia” proviene del griego antiguo, idioma en que significaba “investigación” o “información”, derivada a su vez de jistor, que significaba “hombre sabio”, “testigo” o “juez”.

Documentación de la Historia

Los estudiosos de la Historia humana, sobre todo, echan mano a referencias, pistas, indicios y relatos contenidos en distintos tipos de soporte y de discurso, como pueden ser libros de historia, artículos científicos, obras literarias, relatos religiosos, crónicas de época, diarios íntimos, artes plásticas, restos arqueológicos, correspondencias, etc. Prácticamente todo posee un valor documental aprovechable.

Ciencias complementarias de la Historia

La Historia a menudo echa mano a técnicas, conocimientos y contenidos de otras disciplinas como la antropología, la arqueología, la arquitectura, la literatura, la bibliotecología, la heráldica, la lingüística, la numismática, la política e incluso la filosofía, no sólo como fuente de documentos históricos, sino de teorías interpretativas para explicar mejor el pasado humano.

División del tiempo en la Historia

Si bien no existe una forma única de organizar los eventos del pasado, el común de los historiadores (sobre todo occidentales) suele clasificarlos así:

- Prehistoria. La historia previa a la invención de la escritura. Comprende la edad de piedra (Paleolítico, Mesolítico y Neolítico) y la edad de los metales (Edad del Cobre, Edad del Bronce, Edad del Hierro).
- Edad antigua. Comprende las etapas primeras de la civilización humana: la Antigüedad clásica y la tardía.
- Edad media. Historia de las épocas en que Occidente sustituyó su herencia de las culturas clásicas por la cultura teocéntrica (cristiana o islámica) y que duró hasta el advenimiento de la edad moderna.
- Edad moderna. Fin del medioevo y el oscurantismo religioso, caracterizado por el renacimiento de las culturas europeas occidentales y su expansión por el mundo.
- Edad contemporánea. Los eventos más recientes de los últimos tres siglos de historia, en que el hombre construyó una sociedad mundial y se embarcó en la revolución tecnológica e industrial.

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¿Qué fue la Revolución Francesa?

La Revolución Francesa fue un conflicto ocurrido entre 1789 y 1799 que afectó a Francia tanto social como políticamente. Su efecto para el resto de los países de Europa así como sus consecuencias ideológicas y políticas fue tan amplio que se la considera el inicio de la Edad Contemporánea. 

Las acciones insurrectas comenzaron cuando el rey Luis XVI convocó a los nobles, al clero y a los representantes del pueblo a una asamblea en la que se reveló el un grave déficit presupuestario del Estado. Este descubrimiento sumado al descontento acumulado de miembros de diversas clases sociales, provocó una serie de revueltas que terminaron con el derrocamiento del rey y la instauración de la República. 

La importancia de la Revolución Francesa radica en que fue la expresión armada y exitosa del descontento que existía en toda Europa sobre las monarquías absolutas. Fue el comienzo de nuevas formas de gobierno.

Causas

- Económicas. Malas cosechas. Que afectaron principalmente a los más pobres, que no podían pagar los precios más altos de los alimentos, y a los campesinos. Déficit del Estado. Por sus gastos en lujos de la corte y del ejército. Los privilegios señoriales. Implicaban una explotación sobre los campesinos, que no disminuía en épocas difíciles.
- Políticas. El absolutismo se aleja de sus aliados nobles y burgueses.
- Sociales. Las penurias económicas causaban frecuentes revueltas, que no lograban cambios puntuales pero sí creaban un clima de insurrección. Aparece una nueva clase social: la burguesía. Es un sector sin los privilegios de la nobleza pero con poder económico.
- Culturales. Las ideas de la Ilustración van en contra del poder absoluto y de la participación del clero en las cuestiones de Estado. Entre los pensadores de la revolución se encuentran Locke, Rousseau, Montesquieu y Voltaire.

Consecuencias

- Fin del feudalismo, la servidumbre, la prisión por deudas y los privilegios del clero y la nobleza.
- Queda establecida la Declaración de los Derechos del Hombre que servirá de modelo para otros manifiestos de similares características.
- Política local. La inestabilidad política posterior a la revolución llevó al golpe de estado de Napoleón Bonaparte en 1799.
- Cultura. Se estableció el sistema métrico, que luego fue adoptado por otros países europeos.
- Política internacional. La revolución francesa demostró la posibilidad del fin de las monarquías absolutas.

Revolución jurídica

El 5 de mayo de 1789 el rey convocó los Estados Generales, que era una asamblea en la que se encontraban diputados representantes del clero, de la nobleza y del pueblo. Este último grupo se denominaba El Tercer Estado. En lugar de anunciar las reformas que se esperaban, el rey reveló la gravísima situación económica del Estado. Al momento de votar las medidas a tomar, cada grupo (clero, nobleza y Tercer Estado) tendrían cada uno un voto. 

El Tercer Estado pidió que en lugar de tener un voto por grupo tuvieran un voto por diputados, ya que muchos diputados del clero y de la nobleza no estaban de acuerdo con lo que decían sus líderes. Ante la negativa, el 17 de junio los miembros del Tercer Estado invitaron a diputados del clero y la nobleza a unirse a ellos en una Asamblea Nacional que no tuviera en cuenta los estamentos tradicionales. Esta asamblea luego se llamó Asamblea Constituyente, ya que su objetivo era redactar una Constitución para Francia.

Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano

El 17 de junio de 1789 la Asamblea Nacional comenzó a debatir la primera Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que sería aprobada en su versión final el 26 de agosto. Entre los derechos más importantes señala el derecho a la libertad, a la propiedad, a la seguridad y a resistirse a la opresión.

Revuelta popular

El 14 de julio de 1789 el pueblo de París salió a las calles para respaldar a la Asamblea Nacional ante la sospecha de un intento de disolución por parte del rey. Tomaron la fortaleza de la Bastilla, una prisión cuyos cañones apuntaban a los barrios pobres, y que contenía grandes reservas de pólvora. Luego de la revuelta del 14 de julio en París, en ciudades y pueblos se propagó la insurrección, creando nuevos gobiernos locales que no respondían al rey sino a la Asamblea Nacional Constituyente.

Entre los revolucionarios, los jacobinos eran el grupo más radical. Estaba integrado por profesionales y pequeños propietarios que aspiraban al fin de la monarquía y fundar una república democrática, con derecho a voto de todas las clases sociales. Entre los jacobinos se encontraba Maximilien Robespierre.

Los girondinos, en cambio, eran burgueses empresarios y grandes comerciantes. Provenían de una zona llamada Gironda, al sur de Francia. Entre los revolucionarios, era el grupo más moderado. Aspiraban a limitar el poder real y lograr el voto de las clases altas y burguesas, excluyendo a los pobres.

Luego de años de debates e intentos de una monarquía parlamentaria, en 1792 se instauró un nuevo parlamento denominado Convención, que abolió la monarquía y proclamó la República.

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¿Qué fue la Revolución Industrial?

Se conoce como revolución Industrial a la etapa donde ocurrieron diferentes trasformaciones en el ámbito económico, tecnológico, cultural y social. Este periodo fue comprendido entre finales del siglo XVIII en Inglaterra y principios del siglo XX. Lo que caracteriza a la revolución industrial o lo que dio su origen fue la creación de sistemas de fábrica. Donde se sustituyó el trabajo manual por las máquinas. Este importante cambio permitió la aceleración de la producción a gran escala, en el área industrial: Textil, metalúrgica, química y la agricultura. Uno de los pioneros de esto cambios fue la patente de James Watt con su máquina de vapor que fue aplicada a la locomotora.

Causas de la Revolución Industrial

Las causas que originaron la evolución del sistema económico fueron las siguientes:

- Inglaterra contaba con el capital suficiente, para que las grandes industrias invirtieran en investigar nuevas tecnologías.
- El incremento de la población dio la necesidad de producir, ropa, muebles y alimentos a gran escala.
- Debido a la Revolución Agraria muchos campesinos se quedaron sin fuente de trabajo, esto permitió que se incorporaran a las fábricas.
- El ascenso y consolidación de la clase burguesa permitió la creación de leyes económicas y políticas a favor de la producción.
- La educación en universidades fomentaban la formación intelectual haciendo mayor hincapié en la investigación de nuevas tecnologías.

Consecuencias de la Revolución Industrial

La revolución industrial trajo como consecuencia una serie de cambios en muchos aspectos, debido a la implementación de las máquinas:

- Incrementó las riquezas de las naciones industrializadas, debido al alto rendimiento y reducción de los costos de producción.
- Se logró el intercambio de las naciones gracias a que se perfeccionaron las vías de comunicación y medio de transporte.
- En lo social, se dieron a conocer más las ciudades ya que convirtieron en el centro industrial.
- Apareció las clases de la sociedad capitalista: El capitalista y el obrero.
- En vista de que muchos productos eran más económicos mejoró las condiciones de vida en muchos sectores pobres.

Las 2 etapas de la Revolución Industrial

La revolución industrial se dio en 2 etapas las cuales se caracterizan por:

Primera etapa. Está comprendida entre los años 1760 al 1870, se le llama también la primera revolución. El objetivo de esta etapa es producir al máximo y vender el producto lo más económico posible. Se inicia esta etapa con el uso de las materias primas como el petróleo y el carbón, dando lugar más adelante a la madera y el algodón. También en esta etapa se desarrolló la mecanización con la que se esperaba eliminar la mano de obra suplantándola con maquinaria. Esta etapa dio origen a la diferencia de propiedades, la pública y privada.

Segunda etapa. Ocurrió durante los años 1870 a 1914, es la etapa de la automatización, las materias primas era más innovadoras, como las derivadas del petróleo, químicas para el plástico y tejidos. Ya la madera no era tan utilizada. El concepto de empresa creció a grandes propiedades formada por grupos de inversionistas. El objetivo de las empresas era abarcar lo más posible el mercado mundial para reducir la competencia.

Durante este periodo ocurrieron los siguientes sucesos:

- La invención de la dinamo que transformó la energía mecánica en eléctrica.
- Se creó el motor de explosión lo que dio origen al automóvil.
- El teléfono y el cinematógrafo se inventó durante esta etapa.

Esta etapa se caracterizó por un mayor crecimiento económico ya que el progreso científico y técnico mejoró los medios de producción, la distribución y organización del trabajo. Este desarrollo de las potencias industriales duró hasta la primera Guerra Mundial.

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Condiciones de vida de la clase obrera

El aumento de la población explica el enorme crecimiento de las ciudades británicas a lo largo de los siglos XVIII y XIX. Precisamente en algunas de estas ciudades el crecimiento rápido, desordenado y sin criterios surgirán enormes suburbios superpoblados, sucios y conflictivos donde las epidemias de tifus o cólera se convierten en algo habitual. Estos suburbios surgían muchas veces en torno a una fábrica: estaban formados por los barracones donde vivían los operarios de esa fábrica.

Sin entrar en el conocido debate de si la industrialización mejoró o empeoró las condiciones de vida de los trabajadores, sí que puede intentarse describir las situación en la que vivían estos obreros, que puede calificarse en general como muy mala, así como sus condiciones laborales habría que describirlas como espantosas: fábricas sucias, húmedas, oscuras, poco ventiladas y ruidosas (condiciones causadas por la presencia en ellas de las máquinas de vapor y por la nula preocupación de los patrones por las condiciones laborales de sus empleados).

En estas fábricas poco sanas y peligrosas era habitual que sus obreros pasasen de doce a catorce horas diarias, trabajándose incluso sábados en jornada completa, y domingos hasta mediodía. La concentración de obreros en las fábricas es la que hace posible que estos trabajadores tomen conciencia de su situación y vean que mediante acciones colectivas podrían tratar de mejorar sus condiciones de vida.

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¿Qué es el Anarquismo?

El anarquismo es un movimiento filosófico y social cuyo objetivo principal es la abolición del Estado (de todo tipo de gobierno), así como de toda forma de autoridad, jerarquía o control social que se le pueda imponer a los individuos, por considerarlos dañinos, antinaturales y, en última instancia, innecesaria. El anarquismo, en ese sentido, centra sus intereses en el individuo y la sociedad, con el propósito de impulsar un cambio social que conduzca a una sociedad sin amos ni soberanos. Bajo la bandera anarquista se han organizado históricamente numerosos movimientos políticos y sociales, de tendencias diferentes y con procedimientos o metodologías distintas, desde las más radicales a las más sosegadas. No existe, en ese sentido, un acuerdo explícito respecto a qué es y qué no es un anarquista.

Orígenes del término Anarquismo

Los términos “anarquismo” y “anarquista” con la connotación actual tienen su origen en el marco de la Revolución Francesa de 1789. Fueron usados como un término despectivo, para aludir a las épocas de terror y caos revolucionario que tuvieron lugar en algunas de sus etapas más convulsas, de modo que tanto Robespierre como los Enragés fueron tildados de anarquistas. Sin embargo, la palabra como tal proviene del griego, y se compone de los vocablos an– (“sin”) y arkhé (“poder o mandato”), ya que sus usos iniciales fueron para aludir a las etapas de vacío de poder en la República.

Primeros movimientos anarquistas

El anarquismo como movimiento proviene casi de manera directa del movimiento obrero que surgió a principios del siglo XIX, en lucha por mejorar las condiciones de franca opresión en que se hallaba el proletariado a comienzos del capitalismo industrializado. En esa lucha por reivindicar a las clases bajas y abogar por una sociedad igualitaria, el comunismo libertario y el socialismo utópico, vertientes más extremas del marxismo, jugaron un rol fundamental, pero configuraron una izquierda autoritaria de la que el anarquismo vendría a separarse, enemistado con la idea de la dictadura del proletariado o de cualquier tipo de autoridad.

Principios del anarquismo

A pesar de su diversidad, el anarquismo se mantiene generalmente fiel a los siguientes principios fundamentales:

- Libertad. El anarquismo rechaza toda forma de jerarquización social, de opresión o represión, considerándolas contrarias a la naturaleza humana y aboga por la abolición de toda forma de gobierno, Estado o empresa, prefiriendo una sociedad autorregulada por la naturaleza humana, que considera inherentemente bondadosa y compasiva.
- Igualdad. Las clases sociales y las distinciones jerárquicas son enemigas del anarquismo, que persigue una sociedad de igualdad plena, en la que ningún ser humano explote y corrompa a otro mediante el poder. La propiedad privada, sobre todo, es vista como una afronta por el anarquismo.
- Solidaridad. El anarquismo considera al ser humano como social y cooperativo por naturaleza, así que aboga por una sociedad en la que las leyes del cooperativismo y no de la competitividad dirijan los intereses humanos. Este impulso debe ser el que ordene las sociedades, y no una dirección externa a ellos mismos.

Principales corrientes anarquistas

Las principales corrientes conocidas del anarquismo son:

- Anarquismo individualista. Se llama así a un conjunto de filosofías y manifestaciones literarias anarquistas, agrupadas en torno al principio de la elevación del individuo por encima de los constructos morales, sociales y religiosos que la sociedad le impone, pero también el rechazo a la revolución y la construcción de una sociedad de compromisos transitorios y libres de todo control.
- Mutualismo. Fruto de las ideas del francés Pierre-Joseph Proudhon, este movimiento imagina una sociedad en la que cada individuo posea los medios de producción necesarios para satisfacer sus demandas y necesidades, complementándolo con una dinámica de intercambio en que cada quien buscaría algo equivalente a lo que ofrece.
- Anarquismo comunista. Conocido también como comunismo libertario o anarcocomunismo, derivan sus ideas de las proposiciones de Mijaíl Bakunín, un aristócrata revolucionario ruso, pero rechazando de ellas la idea del Estado autoritario. El anarquismo comunista apoya una libre asociación voluntaria sin el Estado, sin distinciones de clases y a través de la socialización de todas las formas de bienes, servicios y medios de producción.
- Anarcosindicalismo. Este movimiento complementa la lucha obrera sindical con los contenidos ideológicos del anarquismo, promoviendo la conquista de los medios de producción por los trabajadores para abolir el sistema salarial y de clases sociales, para luego reordenar la sociedad en base al federalismo y la democracia directa.

Principales pensadores del anarquismo

Los nombres fundamentales de la filosofía anarquista son muchos, ya que el movimiento es diverso y complejo, pero no puede dejar de citarse los nombres de William Godwin, Pierre-Joseph Proudhorn, Max Stirner, Anselme Bellegarrigue, ni los de Mijaíl Bakunin, Lysander Spooner, Émile Armand, Piotr Kropotkin y Elisée Reclus.

Diferencia entre el anarquismo y el comunismo

La diferencia fundamental entre el comunismo y el anarquismo estriba en que este último planifica una sociedad de una única clase social: la proletaria, mediante un Estado fuerte que controle la economía y socialice los medios de producción. Esto último suele ser valorado por los anarquistas, pero estos ven en el Estado a su mayor enemigo y jamás pactarían con la idea de una dictadura de una única clase social, pues su pensamiento es libertario.

Métodos de lucha anarquista

Los anarquistas se hicieron famosos por sus convocatorias masivas a la huelga, la manifestación y por su impresión de panfletos y revistas llamando a la insurrección. Sin embargo, vertientes más extremas incurrieron en acciones violentas: poner bombas, fomentar el alzamiento civil e, inclusive, formar pequeñas milicias en el marco de conflictos militares o sociales de mayor escala.

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¿Qué es el socialismo?

El socialismo es una doctrina sociopolítica y económica basada en la propiedad y la administración colectiva de los medios de producción con el fin de alcanzar una distribución más equitativa de la riqueza. Uno de los principales pilares del socialismo es alcanzar una sociedad justa, por ello, tiene entre sus planteamientos la necesidad de que sea la injerencia colectiva o estatal la que tenga la administración de los medios de producción para regularlos y centralizar el poder económico. De esa manera el socialismo se plantea reducir tanto la propiedad privada como la distinción de las clases sociales.

De allí que, el concepto original de socialismo se opone al de capitalismo, sistema económico basado en el libre mercado y de la propiedad privada de los medios de producción. Entre los principales autores que desarrollaron el concepto de socialismo durante el siglo XIX están Karl Marx y Friedrich Engels. Algunos de los principios del socialismo han evolucionado a lo largo de la historia y en diferentes lugares, identificándose en muchos casos con planteamientos políticos de izquierda.

Las principales causas que originaron la aparición de las ideas socialistas fueron:

- El maquinismo que, a la vez que esclavizó al obrero en el trabajo, provocó también su desocupación.
- La explotación inhumana de la clase obrera en las más variadas formas (salarios ínfimos, excesivas horas de trabajo, condiciones poco favorables de labor, etc.
- El estado de completo abandono en que se hallaban los trabajadores o proletarios, sin un presente ni un mañana asegurados.
- La extremada insensibilidad de los capitalistas o patronos, quienes actuaron llevados solamente por una insaciable sed de exagerado lucro.

Características del socialismo

A continuación se presentan las características más representativas acerca del principio básico del socialismo en general:

- Se basa en la propiedad colectiva de los medios de producción y distribución.
- Busca eliminar las diferencias de clases sociales al repartir las riquezas de forma igualitaria entre los trabajadores.
- Los medios de producción le pertenece a la sociedad, por tanto se trata de empresas estatales cuya dirección y gerencia la asume el Estado.
- El socialismo busca la centralización de poderes e interviene en los aspectos económicos y sociales al encargarse de la distribución de bienes, con el fin de garantizar la equidad social.
- El socialismo nace como una respuesta en contra del capitalismo y de las desigualdades sociales que ésta ha generado.
- Para el socialismo la única clase social posible es el proletariado, por eso su intención por eliminar las diversas clases sociales.
- Genera burocracia administrativa como consecuencia de querer controlar toda la estructura productiva desde la idea de la centralización de poderes.
- Se abre paso al monopolio del Estado al ser el único ente que posee, controlo y distribuye los bienes y servicios.
- Desde una perspectiva teórica, el socialismo puede funcionar en un régimen de gobierno democrático.

Socialismo utópico

El socialismo utópico es un grupo de doctrinas y corrientes de pensamiento correspondientes al primer socialismo que hizo énfasis en la creciente desigualdad social producto del sistema capitalista. Surgió a lo largo del siglo XIX en Europa, tras la Revolución Industrial, e intentó dar respuesta a los problemas causados por el liberalismo y la industrialización. No obstante, aunque su propósito era alcanzar una sociedad más justa, el socialismo utópico no lo logró. Este concepto hace referencia a la obra de Tomás Moro Utopía, y al concepto de una forma de organización social ideal. Asimismo, otros autores que se encargaron de estudiar y proponer en el socialismo utópico fueron Henri de Saint-Simon y Robert Owen. Por otra parte, el socialismo utópico influyó en movimientos posteriores como el ecologismo y la socialdemocracia.

Socialismo científico

El socialismo científico se basa en el materialismo histórico y en el análisis crítico y científico del capitalismo. Este concepto fue utilizado por Engels y se corresponde con el marxismo. El socialismo científico analiza, entre otros elementos, la lucha de clases como motor de cambio social, político y económico. De este modo, propone como mecanismo de cambio una revolución de los trabajadores. Karl Marx, pensador alemán de origen judío, es el creador del Socialismo Científico. Nació en 1810 en la ciudad de Tréveris y murió en Londres en 1883. Como profundo estudioso de la realidad social de su época, sus novísimas concepciones sobre el capital, el trabajo y la riqueza, revolucionaron los conocimientos de la Economía y la Política, a la vez que ejercieron una enorme influencia en casi todas las masas obreras del Mundo Contemporáneo.

En su monumental obra: El Capital, llegó Marx a las siguientes conclusiones:

- Las riquezas son únicamente el producto del trabajo; el valor de los objetos depende del trabajo que ha sido necesario para producirlos.
- En consecuencia, el capital no tiene por sí ningún valor, y es trabajo muerto.
- No hay valor sino gracias al trabajo del obrero, y por tanto, siendo éste el único que produce valor, a él y no al capitalista deben corresponderle los beneficios. Por tanto los obreros, según Marx, en vez de recibir salario, deben repartirse entre sí los beneficios de la industria.
- El trabajo es una mercancía, sujeta al comercio y a la explotación de los empresarios.
- Las riquezas tienen como único origen, en la Plusvalía o sea el dinero que resulta de no pagar debidamente al obrero. La acumulación de las plusvalías origina la riqueza privada.
- El gobierno debe estar en manos del proletariado.

Las bases del Marxismo o Socialismo Científico fueron expuestas en el Manifiesto Comunista, redactado por Marx y Engels en 1848, las mismas que pueden sintetizarse en los siguientes principios:

- El materialismo histórico, para el cual el desarrollo de la Historia está determinado por factores económicos.
- La lucha de clases, que considera a toda la historia de la humanidad como el resultado del enfrentamiento de clases; en la etapa capitalista esta lucha se entabla entre la burguesía y el proletariado.
- La nueva sociedad socialista surgirá del triunfo del proletariado, el cual instaurará una sociedad sin clases, en la que estará abolida la propiedad privada y socializados, los medios de producción y de cambio.

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La Época De La Colonia

La creación del Virreinato del Río de la Plata

Una vez finalizada la etapa de la conquista de América, comenzó la del asentamiento y la afinación de las estructuras políticas necesarias para organizar el trabajo y los circuitos comerciales en los territorios ganados por la corona española. En un principio, el inmenso territorio americano controlado por los españoles se dividió en dos jurisdicciones llamadas virreinatos: el de Nueva España, creado en 1534, y el del Perú, fundado en 1544; y dos Capitanías Generales, la de Yucatán (creada en 1542) y la de Nueva Granada (1564). Pero los territorios a administrar seguían siendo muy extensos y difíciles de controlar y la Corona española decidió subdividirlos y crear nuevos virreinatos y capitanías. Así, la Capitanía de Nueva Granada se transformó en Virreinato; se creó el Virreinato del Río de la Plata (1776) y las Capitanías de Chile, Cuba, Venezuela y Guatemala.

Organización política

Los virreyes eran los representantes directos del Rey en América y eran los funcionarios más poderosos en estas tierras. En un principio su nombramiento era vitalicio, pero cuando la corona notó que se volvían un tanto independientes y ambiciosos, les redujo el mandato a un período que iba de tres a cinco años, según los casos. Cuando terminaban su mandato debían someterse al "Juicio de residencia", en el que la Corona evaluaba la actuación del virrey y, sobre todo, si se había enriquecido injustificadamente durante su gestión.

Los virreinatos estaban a su vez divididos en gobernaciones, intendencias y municipios. Dentro de los municipios la institución más importante eran los cabildos que se encargaban del gobierno y la administración de las ciudades y sus alrededores. Cuando la situación lo requería podía convocarse a un "Cabildo Abierto" al que podían concurrir, como decían las invitaciones de la época "la parte más sana y principal de la población", es decir los vecinos propietarios.

El poder judicial estaba representado por la Audiencia y a su cargo estaban los "oidores" que ejercían la justicia civil y criminal. Dentro del enorme territorio del virreinato del Río de la Plata, convivían regiones muy diferentes con situaciones culturales, sociales y económicas muy distintas. Esto va a tener consecuencias muy importantes para nuestro futuro como país.

Economía

Buenos Aires era la zona más rica. Las principales actividades eran la ganadería y el comercio. Los grandes campos de Buenos Aires fueron un excelente criadero natural para las vacas y caballos dejados por Don Pedro de Mendoza allá por 1536. Desde entonces no pararon de reproducirse y para la época del virreinato resultaron ser la principal riqueza de la zona. El cuero, el sebo y el tasajo (grasa salada que se usaba para alimentar a los esclavos de EEUU y Brasil) se exportaban a muy buen precio enriqueciendo a los estancieros de Buenos Aires. La capital disfrutaba del privilegio de tener el puerto y la Aduana, la principal fuente de recursos. El litoral competía con Buenos Aires en la producción ganadera pero estaba en desventaja porque no tenía puertos habilitados al comercio internacional. En el interior se fueron desarrollando pequeñas industrias y artesanías en las que se fabricaban vinos, licores y aguardientes (Mendoza y San Juan), ponchos y tejidos (Catamarca, La Rioja), carretas (Tucumán, Córdoba y Salta) yerba mate y tabaco (Corrientes y Misiones). Estas pequeñas industrias no podían competir con la gran industria inglesa. A estas regiones el sistema de monopolio les daba cierta protección.

Organización social

Las sociedades de los dominios coloniales españoles se conformaron a partir de tres grupos étnicos de diferente origen: los indígenas, nativos de América; los blancos, llegados de Europa; y los negros, provenientes de África. Durante el proceso de conquista y colonización fue creciendo un cuarto grupo, producto de la mezcla de los otros tres, al que se denominó castas. Como resultado de ese proceso de mestizaje se diferenciaron tres nuevos grupos entre la población: los mestizos (mezcla de español e indígena), los mulatos (mezcla de español y negra) y los zambos (mezcla de negro e indígena).

Durante el siglo XVIII el proceso de mestizaje estaba muy avanzado, y en muchas regiones el número de mestizos predominaba sobre el resto de la población. El mestizaje se vio favorecido por el escaso número de mujeres llegadas de España, debido a que allí sólo se les permitía emigrar a las casadas. Muchos de los hijos mestizos eran producto de relaciones extramatrimoniales, ya que habitualmente los españoles sólo se casaban con españolas. Los hijos de padre y madre españoles nacidos en América fueron llamados criollos. La existencia de estos diferentes grupos de acuerdo con su origen o color de piel tuvo una gran importancia en la sociedad colonial del siglo XVIII. Los blancos eran una minoría, pero ocupaban los lugares de privilegio, tanto por su riqueza como por su prestigio social. Las diferencias sociales se acentuaban aún más por las diferencias de origen y de color de piel.

Invasiones Inglesas

Inglaterra, dueña de la navegación por el Atlántico, estaba en guerra contra Francia y España. El almirantazgo Británico decidió conquistar las posesiones españolas del Río de la Plata. Las colonias hispanoamericanas resultaban atractivas para los ingleses, sobre todo en 1806, cuando Napoleón había establecido un bloqueo continental que impedía el comercio ingles en el territorio europeo. Para Inglaterra, era beneficioso convertir estas colonias en mercados seguros para sus manufacturas y actividades comerciales y en fuentes de materias primas para sus pujantes industrias.

Por ello en 1806 soldados ingleses desembarcaron en las costas del Rio de la Plata, en la actual localidad de Quilmes, en lo que se conoció como la Primera Invasión. Días después el ejército ingles al mando del General Beresford, entraba victorioso en Buenos Aires. Ante esta situación el virrey escapo hacia Córdoba, ante lo cual los Criollos se organizaron para reconquistar la ciudad. Santiago de Liniers, oficial del ejército español, logro organizar un ejército en Montevideo y así consiguió reconquistar Buenos Aires.

La Segunda Invasión se produjo al año siguiente, el 28 de junio de 1807, cuando desembarco un ejército inglés bajo las órdenes del general Whitelocke. Pero esta vez la ciudad estaba preparada para el ataque. Se levantaron barricadas en las calles y se abrieron fosos. Los vecinos defendieron su ciudad enérgicamente y las tropas inglesas debieron retirarse. En la defensa se destacan Martin de Álzaga y Santiago de Liniers y sus soldados.

- Para los Criollos fue una forma de: crear una conciencia de unidad criolla, establecer un liderazgo americano, crear las primeras milicias criollas y de dar uso a los derechos políticos heredados del gobierno de los Austrias.
- Se inició la crisis del sistema político español. La suspensión de Sobremonte, propuesta por el cabildo, señaló el comienzo de la gran crisis política que lenta y gradualmente llevarían a la revolución. Liniers es elegido como virrey interino por el pueblo del Río de la Plata.
- Para los invasores ingleses, la derrota fue la humillación ante el mundo. Se produjo el juicio a los jefes militares que eran responsables y se inicia un cambio en la política inglesa con respecto a las colonias americanas.
- Finalmente el pueblo adquirió conciencia de sus propias fuerzas. El poderosos y aguerrido ejercito ingles había sido derrotado por milicias populares. Esto dio un claro ejemplo de ahora podían enfrentar a cualquier enemigo.

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Revolución de Mayo

Se conoce como Revolución de Mayo a la serie de acontecimientos revolucionarios ocurridos en mayo de 1810 en la ciudad de Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, dependiente del rey de España, y que tuvieron como consecuencia la deposición del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y su reemplazo por la Primera Junta de gobierno. Los eventos de la Revolución de Mayo se sucedieron durante el transcurso de la Semana de Mayo, entre el 18 de mayo, fecha de la confirmación oficial de la caída de la Junta Suprema Central, y el 25 de mayo, fecha de asunción de la Primera Junta.

Causas externas

La declaración de Independencia de los Estados Unidos en 1776 de Gran Bretaña sirvió como un ejemplo para los criollos de que una revolución e independencia en Hispanoamérica eran posibles. La Constitución estadounidense proclamaba que todos los hombres eran iguales ante la ley (aunque, por entonces, dicha proclamación no alcanzaba a los esclavos), defendía los derechos de propiedad y libertad y establecía un sistema de gobierno republicano.

A su vez, desde finales del siglo XVIII se habían comenzado a difundir los ideales de la Revolución francesa de 1789, en la cual una asamblea popular finalizó con siglos de monarquía con la destitución y ejecuciones del rey de Francia Luis XVI y su esposa María Antonieta y la supresión de los privilegios de los nobles. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, cuyos principios eran "libertad, igualdad, fraternidad", tuvo una gran repercusión entre los jóvenes de la burguesía criolla.

En Gran Bretaña, mientras tanto, se inicia la revolución industrial, y para satisfacer ampliamente las necesidades de su propia población necesitaba nuevos mercados a los cuales vender su creciente producción de carbón, acero, telas y ropa. Gran Bretaña ambicionaba que el comercio de las colonias españolas en América dejara de estar monopolizado por su metrópoli. Para lograr este fin intentó conquistarlas -intentona fallida en el Río de la Plata mediante las dos Invasiones Inglesas, de 1806 y 1807- o bien promovió su emancipación.

En Europa se desarrollaban las Guerras Napoleónicas, que enfrentaron al Imperio Napoleónico francés contra Gran Bretaña y España, entre otros países. Francia tuvo una gran ventaja inicial y, mediante las abdicaciones de Bayona, forzó la renuncia de Carlos IV de España y su hijo Fernando VII. Éstos fueron reemplazados en el trono español por José Bonaparte, hermano del emperador francés Napoleón Bonaparte. La monarquía española intentó resistir formando la Junta Suprema de España e Indias o Junta Suprema Central y, tras la derrota de ésta, el Consejo de Regencia de España e Indias o Consejo de Regencia.

Causas internas

En el Virreinato del Río de la Plata el comercio exterior era un monopolio de España y legalmente no se permitía el comercio con otras potencias. Esta situación era altamente desventajosa para Buenos Aires ya que la corona española minimizaba el envío de barcos rumbo a dicha ciudad. Esta decisión de la metrópoli se debía a que la piratería obligaba a enviar a los barcos de comercio con una fuerte escolta militar, y ya que Buenos Aires no contaba con recursos de oro ni de plata ni disponía de poblaciones indígenas establecidas de las cuales obtener recursos o someter al sistema de encomienda, enviar los convoyes de barcos a la ciudad era mucho menos rentable que si eran enviados a México o Lima. Dado que los productos que llegaban de la metrópoli eran escasos, caros e insuficientes para mantener a la población, tuvo lugar un gran desarrollo del contrabando, que era tolerado por la mayoría de los gobernantes locales. El comercio ilícito alcanzaba montos similares al del comercio autorizado con España.2 En este contexto se formaron dos grupos de poder diferenciados: los hacendados, ganaderos que reclamaban el libre comercio para exportar su producción en mejores condiciones, principalmente el cuero y el tasajo (para entonces la carne no era un producto exportable internacionalmente ya que aún no existían técnicas de congelación que pudieran conservarla por períodos extensos) y los comerciantes contrabandistas, que rechazaban el libre comercio y propugnaban por la continuidad del monopolio ya que si los productos entraban legalmente disminuirían sus ganancias.

En la organización política, especialmente desde la fundación del Virreinato del Río de la Plata, el ejercicio de las instituciones residentes recaía en funcionarios designados por la corona, casi exclusivamente españoles provenientes de la metrópoli, sin vinculación con los problemas e intereses americanos. Legalmente no había diferenciación de clases sociales entre españoles peninsulares y del virreinato, pero en la práctica los cargos más importantes recaían en los primeros. La burguesía criolla, fortalecida por la revitalización del comercio e influida por las nuevas ideas, esperaba la oportunidad para acceder a la conducción política.

La rivalidad entre los habitantes nacidos en la colonia y los de la España europea dio lugar a una pugna entre los partidarios de la autonomía y quienes deseaban conservar la situación establecida. Aquellos a favor de la autonomía se llamaban a sí mismos patriotas, americanos, sudamericanos o criollos, mientras que los partidarios de la realeza española se llamaban a sí mismos realistas. Los patriotas eran señalados despectivamente por los realistas como insurgentes, facciosos, rebeldes, sediciosos, revolucionarios, descreídos, herejes, libertinos o caudillos; mientras que los realistas eran a su vez tratados en forma despectiva como sarracenos, godos, gallegos, chapetones, matuchos o maturrangos por los patriotas.

Buenos Aires, la capital del Virreinato, logró un gran reconocimiento ante las demás ciudades del mismo luego de expulsar a las tropas inglesas en dos oportunidades durante las Invasiones Inglesas.3 La victoria contra las tropas inglesas alentó los ánimos independentistas ya que el virreinato había logrado defenderse solo de un ataque externo, sin ayuda de España.

Cambios sociales

En 1810 hay una sociedad de súbditos de un rey, y en 1820 son ciudadanos de una república, es decir, pensarse bajo el poder de un monarca o pensarse como integrante de un pueblo con soberanía sobre su gobierno es un cambio radical. Porque uno de los grandes problemas que trae la revolución es la cuestión de quién va a mandar, quién va a obedecer y por qué. Además, se rompe el sistema económico que estaba centrado en la plata que venía de Potosí de la cual vivía Buenos Aires y todo lo que hoy es el interior argentino. Potosí era el eje de la economía colonial. La revolución cambia el eje y ahora es el mercado atlántico vía la conexión que tiene Buenos Aires con los países europeos que no son España. Esto sienta, por un lado, las bases de lo que va a ser la economía argentina, y al mismo tiempo hace que el sector económico hegemónico deje de ser el de los comerciantes y empiece a ser el de los estancieros, que antes eran un grupo subordinado y en pocos años se van a convertir en la clase dominante. Otro punto importante es que la revolución va a traer una guerra, lo que va a producir un proceso de militarización, es decir, el lugar de los militares que hasta ese momento no era importante, va a crecer. Y lo más importante es que la gente creía que estaba viviendo una revolución.

En lo inmediato, en poco, fue un proceso largo. Los cambios se van produciendo a lo largo de los años. Se ve la mejoría en las condiciones de vida, en la calidad educativa, en la liberación de los esclavos, en el impulso de la educación popular, se expropian tierras a la Iglesia y a los grandes propietarios, se les devuelve la dignidad y las tierras a los indios, se respeta el régimen de comunidades, o sea, creo que es el inicio de un camino muy importante, algo para celebrar. Lo que pasa es que a la vez de que se produce la revolución, esa revolución es cooptada por el poder económico local que la va desviando de ese curso político y social que estaba en la cabeza de los más revolucionarios: Moreno, Castelli, Belgrano. A partir de la creación del Directorio, sobre todo en 1814, hay un freno a lo que se podrían pensar como avances sociales y por otra parte, la dinámica de la guerra, que acompaña todo este proceso hasta 1824, permite la excusa de que todos los medios deben ser usados para la ésta, y por supuesto, todos los sacrificios los hacen las clases populares.

El papel de las clases populares

Antes de 1810, muy poca gente discutía los destinos de estos territorios. Al partir del fin del vínculo con España, no hay reglas claras de cómo se va a distribuir quiénes tienen el poder y por qué. Esto va a generar una impronta muy fuerte hacia abajo, a “la calle”, porque los que quieren aspirar a cierto éxito político van a tener que conseguir número, movilización, gente que los siga. Y eso va a marcar una característica que sigue en la historia argentina que va a ser una fuerte participación popular. Esa fue otra novedad de la revolución.

El pueblo como tal, constituido como pueblo pensante, iba a llevar su tiempo. El pueblo estaba poco instruido, había un nivel de analfabetismo extraordinario. Estaban los sectores más movilizados, como la Legión Infernal, que es la que acompaña a French y a Beruti en las movilizaciones de la semana de mayo. El pueblo acompaña y se va generando una conciencia. Entiende que se está yendo por el camino correcto, aunque no esté muy claro qué es lo que va a venir, se supone que en todo caso va a ser algo mejor.

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Las Guerras Por La Independencia

Se denomina Guerras de Independencia de la Argentina al conjunto de combates y campañas militares ocurridos en el marco de las guerras de independencia hispanoamericanas en diversos países de América del sur, en los que participaron fuerzas militares de las Provincias Unidas del Río de la Plata, un estado que sucedió al Virreinato del Río de la Plata y que antecedió a la República Argentina. Los bandos enfrentados suelen ser identificados por los historiadores y cronistas latinoamericanos como patriotas y realistas, ya que se trató de un enfrentamiento entre quienes defendían la independencia de su patria y la creación de los nuevos estados americanos, y aquellos que defendían la continuidad de sus territorios (provincias o reinos) dentro de la monarquía española del rey Fernando VII.

Belgrano y la defensa del Norte

Tras la conformación del primer gobierno patrio, en mayo de 1810, las fuerzas de las provincias unidas corrieron hacia el norte a los ejércitos realistas. El primer año de batallas fue exitoso. Pero hacia 1812, el panorama comenzó a complicarse y marcó un período crítico, con dos frentes de guerra, en el norte y en la Banda Oriental, sin cuadros militares experimentados, con audacia, pero sin suficientes recursos.

Con directivas generales para esquivar un posible avance realista, Belgrano llegó a Tucumán el 19 de marzo de 1812. Pronto siguió su camino al norte y comenzó a rearmar y entrenar a sus tropas. Sin embargo, éstas apenas superaban los 1500 efectivos, mientras el enemigo avanzaba y Buenos Aires - por la situación de la Banda Oriental- no prestaba ayuda. Cuando los exploradores de la corona llegaron hasta La Quiaca, Belgrano decidió emprender la retirada.

A fines de julio, dispuso la evacuación de Salta y Jujuy. La decisión era arriesgada y, desde ya, implicaba ceder territorio y movilizar a toda la población. Las ciudades, descontaban, serían saqueadas de cualquier modo. Así que lo estratégico sería llevarse todo, animales, alimentos, y quemar lo que pudiese servir al enemigo para abastecerse. Luego de intentar sin éxito frenar el avance enemigo en Humahuaca, con una vanguardia militar al mando de Eustaquio Díaz Vélez, el 23 de agosto se inició la retirada. En cinco días, fueron recorridos 250 kilómetros. En recuerdo del llamado “éxodo jujeño”, traemos las palabras de Belgrano, proclamadas el 29 de julio de 1812, convocando a la defensa de las ciudades y la incorporación de sus habitantes al ejército norteño.

La Guerra Gaucha

Con el nombre de Guerra gaucha se conoce la lucha de milicias y guerrillas llevada adelante en el Noroeste argentino contra los ejércitos realistas durante la Guerra de Independencia de la Argentina (1810-1824), particularmente en la Provincia de Salta durante el período comprendido entre 1814 y 1825. En esa época, la provincia de Salta formalmente incluía también a los actuales Jujuy y Tarija, por lo que la Guerra Gaucha se libraba también en esos territorios, e incluso territorios que luego serían de la Gobernación de Los Andes. Estas milicias de «Infernales» estaban constituidas mayoritariamente por gauchos de la región comandados por el general Martín Miguel de Güemes, aunque continuó después de su muerte, sucedida en 1821. Fue una larga serie de enfrentamientos casi diarios; en su mayoría, apenas cortos tiroteos seguidos de retiradas. En esas condiciones, unas fuerzas poco disciplinadas y mal equipadas, pero apoyadas por la población, podían hacer mucho daño a un ejército regular de invasión.

Los grupos de combate gauchos fueron organizaron en partidas de aproximadamente veinte hombres al mando de un oficial y, cada cuatro grupos, un oficial superior elegido entre los más expertos era el responsable de administrar las armas de acuerdo con su capacidad de manejo. Los gauchos de Güemes respondieron siete de las diez invasiones que se pretendieron realizar por la frontera del Alto Perú.

Todo el mundo participaba en la lucha: como guerreros los hombres, como espías o mensajeros las mujeres, los niños y los ancianos. Las emboscadas se repetían en las avanzadas de las fuerzas de ataque, pero más aún en la retaguardia y en las vías de aprovisionamiento. Cuando los realistas se acercaban a un pueblo o una hacienda, los habitantes huían con todos los víveres, el ganado, cualquier cosa que pudiese ser útil al enemigo. Por supuesto que esta clase de lucha arruinó la economía salteña, pero nadie se quejaba, al menos en las clases populares. Por cierto, jamás tuvo apoyo alguno del gobierno del Directorio; y la ayuda que le prestó el Ejército del Norte fue muy limitada. Pese a los pronósticos de los jefes realistas, los infernales fueron de una gran efectividad militar y contuvieron efectivamente los avances realistas.

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¿Qué fue la independencia de Argentina?

Se llama independencia de Argentina al proceso de revolución en territorio Argentino en cual las Provincias Unidas del Río de La Plata (hoy República Argentina) logró iniciarse como un país soberano al dejar de responder políticamente al gobierno de España. Dicho proceso comienza en el año 1810, con la revolución de mayo y finaliza en el año 1816, con la declaración de la independencia en el congreso de Tucumán. Luego comienza un período de organización nacional que por diferencias ideológicas va a traer diversas guerras civiles. Durante este período, la Provincias Unidas del Río de La Plata atravesaron por importantes combates, como el combate de San Lorenzo, Batalla de Tucumán y Batalla de Salta, para reconocerse como un país soberano. Además, Paraguay, el Alto Perú y la República Oriental del Uruguay, hoy países independientes, se separaron del territorio argentino.

Fecha de la independencia de Argentina

Si bien esta fue un proceso largo de varios años, se puede establecer como inicio de la independencia de Argentina el 25 de mayo de 1810 con la llamada revolución de mayo, dónde se formó la Primera Junta de Gobierno y comenzó a encaminarse la Argentina independiente. Su fin llegó el 9 de julio de 1816, cuando el congreso de Tucumán se reunió para firmar definitivamente la declaración de la independencia de lo que en ese momento fue las Provincias Unidas del Río De La Plata.

Causas de la independencia de Argentina

Dentro de lo que originó la independencia de Argentina se destaca el hecho de que se desarrollaron diversos factores relacionados diversas causas internas y externas.

Causas internas

- Las medidas reformistas impuestas por el gobierno la cual les quitaba poder a las elites criollas.
- El deseo por parte de los criollos como Manuel Belgrano y otros intelectuales de formar una propia República.
- Las invasiones inglesas en Argentina durante 1806 y 1807, de la cual los habitantes de las Provincias Unidas del Río de La Plata tuvieron que protegerse por su cuenta. Esto despertó que las milicias locales tomen conciencia de su poder militar, usado luego para la independencia.

Causas externas

- La influencia de los métodos históricos de la independencia de territorios norteamericanos y de las ideas impuestas por la revolución francesa en la elite criolla.
- La invasión por parte de los franceses a España, lo que debilitó al gobierno Español para defenderse en América, de lo cual se aprovecharon los revolucionarios argentinos.
- La inestabilidad política en la corona Española causada por la invasión por parte de Napoleón en la península ibérica.

Consecuencias de la independencia de Argentina

El proceso de independencia de Argentina trajo diversas consecuencias, entre las que se destacan las consecuencias económicas, políticas y educativas.

- Se logró crear un estado soberano e independiente, que fue llamado Provincias Unidas del Río de La Plata.
- Al lograr la independencia de España, el territorio argentino ahora contaba con una economía propia, lo que originó un notable crecimiento económico a favor.
- Fuerte crecimiento educativo, en el cual se crearon escuelas y universidades y se otorgaron becas a los estudiantes, lo que incentivo al desarrollo de la cultura.
- La independencia provocó diversas guerras civiles entre unitarios y federales por la organización política del territorio.

https://enciclopediadehistoria.com/independencia-de-argentina/

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San Martín y el Cruce de los Andes

El Cruce de los Andes fue un conjunto de maniobras realizadas por el Ejército de los Andes de las Provincias Unidas del Río de la Plata (Argentina) entre el 12 de enero y el 8 de febrero de 1817, para atravesar la cordillera de los Andes desde la región argentina de Cuyo hasta Chile, y enfrentar a las tropas realistas leales a la Corona española que allí se encontraban. Formó parte del plan que el general José de San Martín desarrolló para llevar a cabo la Expedición Libertadora de Chile y del Perú.

El Cruce de los Andes es considerado como uno de los grandes hitos de la historia argentina, así como también como una de las mayores hazañas de la historia militar universal. Algunos autores lo toman como parte de un conjunto de acciones que integran el llamado Plan Maitland, un plan diseñado por el general escocés Thomas Maitland en el año 1800. En síntesis, los puntos principales de este plan consistían en: ganar el control de Buenos Aires, tomar posiciones en Mendoza, coordinar las acciones con un ejército libertador en Chile, cruzar los Andes, derrotar a los españoles y controlar Chile, continuar por mar hacia Perú y liberarlo. José de San Martín pudo haber conocido los pormenores de este plan, durante su estadía en Londres, en 1811.

El Cruce de los Andes se dio en los términos de una guerra de zapa. Así se llama en términos militares a las tácticas para desorientar al enemigo con informaciones falsas y estrategias de espionaje. San Martín utilizó métodos de espionaje y engaño del enemigo -llamados "guerra de zapa"- durante sus campañas. El cruce de la cordillera se iba a hacer por los pasos de Los Patos y Uspallata pero para ello se necesitaban los planos. Se decidió enviar a Chile al mayor José Antonio Álvarez Condarco -que dibujaba muy bien y tenía una memoria notable- por el Paso de los Patos, que se suponía, era el más largo, con una copia de la declaración de Independencia de las Provincias Unidas para el gobernador español de Santiago, Marcó del Pont. El jefe realista, furioso, hizo quemar el acta y mandó a Condarco por el camino más corto posible, que resultó ser el Paso de Uspallata. El espía de San Martín regresó sano y salvo y pudo diseñar los mapas para el ejército libertador.

El ejército de los Andes partió de Mendoza el 12 de enero de 1817 y llegó a Chile el 5 de febrero. A lo largo de esos 25 días, 5.400 hombres, atravesaron las montañas más altas de América con una temperatura que oscilaba entre los 30 grados durante el día y 10 bajo cero durante la noche. Durante muchos tramos San Martín debió ser trasladado en camilla debido a los terribles dolores provocados por la úlcera.

A poco de cruzar los Andes, el 12 de febrero de 1817, las fuerzas patriotas derrotaron a los españoles en la cuesta de Chacabuco. La excelente táctica militar aplicada por San Martín permitió que sus tropas sólo sufrieran 12 muertos y 120 heridos, mientras que las bajas de soldados al servicio de España llegaron a 500 muertos y 600 prisioneros. El triunfo de Chacabuco aseguró la independencia de Chile que sería consolidada un año después, el 5 de abril de 1818, tras el definitivo triunfo de Maipú.

Pocos días después de Maipú, San Martín volvió a cruzar la cordillera rumbo a Buenos Aires para solicitar ayuda al gobierno del Directorio para la última etapa de su campaña libertadora: el ataque marítimo contra el bastión realista de Lima. Obtiene la promesa de una ayuda de 500.000 pesos para su plan limeño de los que sólo llegarán efectivamente 300.000. San Martín regresó a Chile, donde obtuvo la ayuda financiera del gobierno de ese país y armó una escuadra, que quedará al mando del marino escocés Lord Cochrane.

El 20 de agosto de 1820 partió desde el puerto chileno de Valparaíso la expedición libertadora. La escuadra estaba formada por 24 buques y conducía a unos 4.800 soldados. El 12 de septiembre la flota fondeó frente al puerto peruano de Pisco. Allí el ejército se proveyó de víveres y aumentó sus efectivos con los pobladores locales, entre ellos muchos esclavos, que se sumaban voluntariamente al ejército libertador. Una división al mando del general Arenales se dirigió hacia el interior del Perú con el objetivo de sublevar a la población y obtuvo la importante victoria de Pasco el 6 de diciembre de 1820. Por su parte San Martín ordenó bloquear el puerto Lima. Así, el virrey De la Serna se vio acosado por todos los flancos y debió rendirse el 10 de julio de 1821. Ese día entró victorioso el general San Martín a la capital virreinal.

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De La Anarquía del Año XX hasta la llegada de Rosas al poder

Período de las autonomías provinciales

El período de la historia argentina conocido como de las autonomías provinciales, transcurrido entre la disolución del gobierno central tras la batalla de Cepeda en 1820 y la organización de un nuevo gobierno nacional tras la batalla de Caseros de 1852 tiene características propias, bien diferenciadas del período inmediatamente anterior, la Independencia de la Argentina, y del período que le sucedió, la Organización Nacional.

Durante el mismo, las Provincias Unidas del Río de la Plata —después llamadas Confederación Argentina y actualmente República Argentina - carecieron de un gobierno nacional y de una constitución, excepto por un breve período, durante el cual existió un efímero gobierno central y una constitución que no fueron aceptados por todas las provincias. En la práctica -pero no formalmente- las provincias se autogobernaron como estados independientes, y las relaciones entre ellas estuvieron reguladas por una serie de tratados, mientras las relaciones exteriores fueron delegadas en forma casi permanente al gobernador de Buenos Aires.

El período se inicia con una acentuada crisis política, conocida como la Anarquía del Año XX, y concluye al finalizar el prolongado gobierno de Juan Manuel de Rosas, que si bien se negaba activamente a sancionar una constitución y a formar un gobierno central, evitó la posible disgregación del país en numerosos estados independientes y reforzó la conciencia de la población de formar parte de una sola nación.

El nacimiento del modelo agroexportador

La apertura económica y la expansión económica europea que siguió al fin de las guerras napoleónicas provocaron un rápido cambio en la estructura productiva en Buenos Aires y en las demás provincias del Litoral argentino (Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos). Por un lado, se produjo una rápida valorización de los productos pecuarios, especialmente cueros y tasajo, que otorgó una alta rentabilidad a la actividad ganadera, especialmente la cría de vacunos. Por el otro, el comercio exterior pasó a estar controlado por comerciantes británicos, que también se introdujeron en proporción importante en el comercio interior. De modo que los grupos dominantes del comercio colonial buscaron rápidamente ubicación para sus capitales e hicieron grandes inversiones en el sector ganadero, que triplicó la cantidad de cabezas vacunas en los treinta años que siguieron a la Revolución de Mayo.

La concentración económica en la producción ganadera hizo languidecer la ya escasa producción artesanal de Buenos Aires, iniciándose en esa época el llamado "modelo agroexportador", en que toda la actividad económica se concentraba en la exportación ganadera y la importación de bienes manufacturados, e incluso de la mayor parte del trigo que se consumía en la ciudad. Por otro lado, la Provincia de Buenos Aires se adueñó de los ingresos de la aduana que servía a todo el país, la principal fuente de ingresos públicos. En esa provincia, el comercio exterior fue monopolizado por los comerciantes extranjeros, especialmente británicos, y estos se introdujeron en proporción importante en el comercio interior.

La situación en el interior fue exactamente la inversa: éstas sufrieron una marcada declinación debido a los daños producidos por el proceso independentista y las luchas civiles, a la pérdida de los mercados —desde entonces ubicados fuera del país— y a la competencia de los productos industriales, de origen mayoritariamente británico, con los productos artesanales que anteriormente vendían en las provincias del Litoral.

Las clases altas y medias de las provincias del interior aumentaron su consumo de artículos importados, aunque en mucha menor medida que en la ciudad de Buenos Aires, donde la población de todas las clases —aún los más pobres— se vistió con artículos fabricados en Inglaterra y, en menor medida, en los Estados Unidos. Lo mismo ocurrió con toda clase de mercadería, particularmente herramientas, maquinarias, muebles, carruajes, embarcaciones y bebidas alcohólicas.

¿Quiénes eran los caudillos?

El auge del caudillismo fue un fenómeno social de la América Latina posterior a la independencia. Durante el período 1820-1835, frente a la crisis del Estado y a la ausencia durante muchos años de un gobierno central fuerte, los caudillos se transformaron en muchos casos en el único poder real en sus zonas de influencia. Muchos de ellos se transformaron en gobernadores; otros mantuvieron ejércitos poderosos que desafiaron al poder central y legitimaron sus políticas con el apoyo de los sectores populares de sus provincias, defendiendo los intereses regionales y su autonomía amenazadas por la política porteña del libre comercio. La superioridad de recursos económicos y financieros de Buenos Aires harían que su influencia predominase en cualquier tipo de gobierno nacional.

Este descontento estalló tras la sanción de la Constitución de 1819, unitaria, aristocrática y centralista; la difusión en las provincias de las noticias provenientes de Europa sobre la búsqueda, por parte de enviados porteños, de un monarca para las Provincias Unidas del Río de la Plata. El surgimiento de un grupo heterogéneo de caudillos, le dio cauce a la protesta y expresó un sentimiento que se transformó en el sostén de las ideas republicanas y federales enfrentadas a los intereses porteños.

Los caudillos surgen como una forma de autoridad más cercana a los problemas de la gente. Los ejércitos gauchos no eran hordas predatorias como las de Atila, sino que estaban estrechamente vinculados a la institución que les había dado origen y que se fortalecía cada vez más: la estancia.

La mayoría de los caudillos eran terratenientes que se habían destacado en la defensa de las fronteras, en la lucha contra el indio o participando en las luchas por la independencia. La lucha contra el indio importó distintos logros para los valores de los propietarios de entonces: la protección de la sociedad blanca y de la propiedad, la conquista de nuevas tierras y la consolidación de un poder militar capaz de demostrar su importancia en la región.

No negaron la necesidad de unión entre todas las provincias, pero consideraban que esta unión debía respetar la autonomía política y económica de cada una de sus respectivas regiones. Las milicias irregulares reclutadas entre los gauchos no tenían problemas de abastecimiento, "vivían del país", como se decía entonces. Estas tropas podían sobrevivir a la disolución del Estado y de hecho lo sobrevivieron. El manejo del puerto y la Aduana en forma exclusiva e injusta por parte de Buenos Aires será el tema central de los enfrentamientos que comenzarán a darse por esta época y no concluirán hasta la década de 1870.

Los caudillos federales más destacados fueron José Gervasio Artigas, de la Banda Oriental, Bernabé Aráoz, de Tucumán, Martín Miguel de Güemes, de Salta, Estanislao López, de Santa Fe, Francisco Ramírez, de Entre Ríos, Juan Bautista Bustos, de Córdoba, Felipe Ibarra, de Santiago del Estero, Facundo Quiroga, de La Rioja, Juan Manuel de Rosas, de Buenos Aires, y Justo José de Urquiza, de Entre Ríos.

Facciones políticas

- Los Unitarios. De tendencia liberal y anticlerical, tenían seguidores tanto en Buenos Aires como en las provincias. Los unitarios porteños apoyaban la creación de un régimen central fuerte, con un ejecutivo poderoso ya que, según creían, de esa manera se definiría el predominio de su ciudad y su provincia sobre las restantes. Los unitarios del interior, en cambio, esperaban que un gobierno unitario generalizara las riquezas de Buenos Aires al resto del país.
- Los Federales. Conformaron un grupo heterogéneo, unido por su oposición a los unitarios. Proponían el mantenimiento de las autonomías provinciales. Apoyaban a la Iglesia, ya que la consideraban fundamental para mantener el orden social. Sin embargo, dentro del grupo federal había tensiones. Los federales del Interior proponían una organización capaz de igualar el peso de todas las provincias, mientras que los federales porteños creían que ese régimen mantendría el predominio político de Buenos Aires. También existían discrepancias debido a razones económicas. Los federales de las provincias más pobres del Noroeste esperaban compartir los recursos provenientes de la aduana de Buenos Aires e imponer barreras arancelarias para proteger sus productos. Encontraron la oposición de los federales del Litoral y Buenos Aires, que basaban su economía en la exportación de productos ganaderos y a los que cualquier restricción al comercio con Europa ponía en peligro sus intereses. Este acuerdo entre Buenos Aires y el Litoral se resquebrajaba porque las provincias litorales también aspiraban a la nacionalización de la aduana bonaerense y a la libre navegación de los ríos Uruguay y Paraná para barcos extranjeros.

Liga Unitaria

La Liga del Interior, también llamada Liga Unitaria, fue una unión política y militar establecida en el año 1830 por las provincias de San Luis, La Rioja, Catamarca, Mendoza, San Juan, Tucumán, Córdoba, Salta,1 y Santiago del Estero, las cuales nombraron al general José María Paz jefe supremo militar. Poco tiempo después la liga se enfrentó con las provincias que conformarían en 1831 el Pacto Federal (Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y más tarde Corrientes).

Liga Federal

El Pacto Federal fue un tratado suscrito en la ciudad argentina de Santa Fe el 4 de enero de 1831 por las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe, integrantes de las Provincias Unidas del Río de la Plata, en el que se constituyó una alianza ofensiva y defensiva entre esas provincias federales para hacer frente a la Liga Unitaria formada poco antes. Por razones de renuncia de su representante la provincia de Corrientes, que participó en las discusiones preliminares, adhirió al pacto posteriormente, incorporando su diputado a la Comisión Representativa el 19 de agosto de 1831. El Pacto Federal es considerado como el punto de arranque del período de transición, finalizado con el regreso de Juan Manuel de Rosas al gobierno de Buenos Aires en 1835, entre los períodos históricos de la organización de la República Argentina denominados Provincias Unidas del Río de la Plata y Confederación Argentina.

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Los años de Juan Manuel De Rosas

Juan Manuel de Rosas (Buenos Aires, 30 de marzo de 1793 – Southampton, Gran Bretaña, 14 de marzo de 1877) fue un militar y político argentino. En 1829, tras derrotar al general Juan Lavalle, accedió al gobierno de la provincia de Buenos Aires. Logró constituirse en el principal dirigente de la denominada Confederación Argentina (1835-1852) y dio su nombre a un período de la historia argentina: la época de Rosas.

Primera gobernación (1829-1832)

En el año 1827 Rosas apareció como líder militar a favor de la corriente federalista, opuesta a las reformas liberales defendidas por la tendencia unitaria, en la que militaba Juan Lavalle, gobernador de Buenos Aires en ésos momentos. A su vez, Lavalle había fusilado a Dorrego, gobernador federal que le precedió. Entonces el general fundó una coalición con Estanislao López, combatió y derrotó a Lavalle en el Puente de Márquez. Rosas fue nombrado gobernador por la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires.

En el momento en que asumió su primer gobierno, la situación era de gran inestabilidad tanto política como social. Se caracterizó por su esfuerzo en restaurar el orden y la tranquilidad pública, el ordenamiento de las finanzas y el saneamiento de la administración. Una gran diferencia con respecto a la política unitaria, fue la cercanía que mantuvo siempre Rosas con la iglesia. En definitiva, este apoyo mutuo fue la principal arma de Rosas para ganarse el apoyo de las clases más humildes.

La Legislatura de Buenos Aires proclamó a Juan Manuel de Rosas como Gobernador de Buenos Aires el 6 de diciembre de 1829, honrándolo además con el título de "Restaurador de las Leyes e Instituciones de la Provincia de Buenos Aires" y en el mismo acto le otorgó "todas las facultades ordinarias y extraordinarias que creyera necesarias, hasta la reunión de una nueva legislatura".

El primer gobierno de Rosas fue un gobierno de orden. En este primer momento, se apoyó en algunos de los dirigentes del "Partido del Orden" de la década anterior, lo cual ha permitido que fuera acusado de ser el continuador del Partido Unitario, aunque con el tiempo se distanciaría de ellos. Una gran diferencia con respecto a la política unitaria, fue la cercanía que mantuvo siempre Rosas con la iglesia. En definitiva, este apoyo mutuo fue la principal arma de Rosas para ganarse el apoyo de las clases más humildes.

Si bien el peligro unitario había desaparecido en Buenos Aires, seguía siendo efectivo en el interior. El general Paz desde Córdoba mantenía su Liga Unitaria, protocolizada en agosto de 1830 con un pacto entre las provincias del noroeste ocupadas por su ejército y revestido del Supremo Poder Militar. La situación termino recién con la prisión de Paz el 10 de mayo y la derrota de los restos unitarios mandados por Lamadrid en Ciudadela (Tucumán), el 4 de noviembre de 1831, a manos de Facundo.

De modo que en 1831, luego de dos largos años de sofocar revoluciones internas e intentar mantener la paz de la provincia, empezó su estrategia, convocando la unión de 4 provincias en el Pacto Federal de 1831, camino a la Confederación Argentina. En vísperas de guerra entre provincias del litoral y Córdoba, el General Paz cayó prisionero. Con este suceso Quiroga hizo una campaña liberando a 4 provincias integrándose al este y oeste. Nació entonces la Confederación Argentina con la estrategia desplegada por Rosas.

En esta primera administración de Rosas se fundaron pueblos, se reformaron el Código de Comercio y el de Disciplina Militar, se reglamentó la autoridad de los jueces de paz de los pueblos del interior y se firmaron tratados de paz con los caciques, con lo que se obtuvo una cierta tranquilidad en la frontera.

A fines de 1832, la legislatura bonaerense reeligió a Rosas. Se dijo durante muchos años que rechazó su reelección porque no se le concedían las facultades extraordinarias, lo que no es exacto: no se sentía capaz de gobernar sin la unanimidad de la opinión pública en su favor. Esperaría que lo llamaran desesperadamente, mientras buscaba la forma de hacerse imprescindible. En su lugar fue electo Juan Ramón Balcarce.

La primera campaña del desierto

La influencia de los indios ranqueles sobre los pampas preocupaba a los hacendados, y hacía tiempo que el general planeaba una guerra a los indígenas del sur, quienes robaban ganado y cometían atrocidades sobre las haciendas sin protección. Tenían intención de dominar a los indios pampas y no respetarían los tratados de paz. Desde 1831 asolaron al territorio. La carne Argentina robada por los indios y vendida en Chile perjudicaba a sus hacendados. La nominación de Rosas de Comandante de Campaña lo facultaba a evaluar la necesidad de fundar poblaciones y fortines aumentando el área habitable y aumentando los territorios aprovechables.

Rosas combinó durante la campaña la conciliación con la represión. Pactó con los Pampas y se enfrentó con los ranqueles y la Confederación liderada por Juan Manuel Calfucurá. Según un informe que Rosas presentó al gobierno de Buenos Aires a poco de comenzar la campaña, el saldo fue de 3200 indios muertos, 1200 prisioneros y se rescataron 1000 cautivos blancos. El éxito obtenido por el restaurador en la campaña aumentó aún más su prestigio político entre los propietarios bonaerenses, que incrementaron su patrimonio al incorporar nuevas tierras y se sintieron más seguros con la amenaza indígena bajo control. Rosas se alejó de la provincia pero no de los manejos políticos. Su mujer, Encarnación Ezcurra era su fiel representante y con el apoyo de la mazorca, conspiró contra los gobiernos de Balcarce, Viamonte y Maza que se sucedieron durante la ausencia del restaurador. La agitación política conducida por Encarnación contribuyó de manera decisiva a crear un clima de gran inestabilidad favorable a los intereses de Rosas.

La campaña también incorporó científicos que reunieron información sobre la zona recorrida, pero las regiones desérticas quedaron en manos de los indígenas. Recibió además la visita del científico Charles Darwin, quien en su diario de viaje describió parte de la campaña:

"Los indios formaban un grupo de unas 110 personas (hombres, mujeres y niños); casi todos fueron hechos prisioneros o muertos, pues los soldados no dan cuartel a ningún hombre. Los indios sienten actualmente un terror tan grande, que ya no se resisten en masa; cada cual se apresura a huir por separado, abandonando a mujeres e hijos. [...] Sin disputa, esas escenas son horribles, ¡pero cuánto más horrible aún es el hecho cierto de que se da muerte a sangre fría a todas las indias que parecen tener más de veinte años! Y cuando yo, en nombre de la humanidad protesté, se me replicó: 'Sin embargo ¿qué otra cosa podemos hacer? ¡Tienen tantos hijos esas salvajes!'".

Segunda gobernación (1835-1852)

El 13 de abril Rosas prestó juramento ante la Legislatura y asumió el mando. Por mecanismos legales y con todo el ceremonial se estableció "un régimen republicano de excepción" un régimen que para garantizar el mantenimiento del sistema de representativo, concentró buena parte de las facultades de otros poderes y suspendió ciertas libertades individuales. La oposición y las críticas al gobierno de los llamados por Rosas "unitarios", "herejes", "impíos", si bien no desaparecieron, la exclusión y la intolerancia política que formaba parte del "federalismo rosista", así como el terror tan característico de este régimen provocaron un importante debilitamiento de los mismos.

El terror que aparece y se afirma en la segunda parte de la década del 30 es un instrumento de disciplina nada desdeñable, un arma de lucha política utilizada a conciencia para amedrentar a los opositores y hacer gobernable a la provincia. El uso mandatario de la divisa y del cintillo federal, así como la prohibición de expresar opiniones contrarias al rosismo, constituyeron otras formas de exclusión política. La Sociedad Popular Restauradora, una organización para-policial estaba encargada de la identificación y separación de los unitarios del cuerpo de la República. Su fuerza de choque, la Mazorca, llevaba adelante los asesinatos y las intimidaciones.

Ley de Aduanas

El 18 de diciembre de 1835, Rosas sancionó la Ley de Aduanas que determinaba la prohibición de importar algunos productos y el establecimiento de aranceles para otros casos. En cambio mantenía bajos los impuestos de importación a las máquinas y los minerales que no se producían en el país. Con esta medida buscaba ganarse la buena voluntad de las provincias, sin ceder lo esencial, que eran las entradas de la Aduana. Estas medidas impulsaron notablemente el mercado interno y la producción del interior del país. Sin embargo, Buenos Aires continuó siendo la principal ciudad.

Se nacía de un impuesto básico de importación del 17% y se iba aumentando para proteger a los productos más vulnerables. Las importaciones vitales, como el acero, el latón, el carbón y las herramientas agrícolas pagaban un impuesto del 5%. El azúcar, las bebidas y productos alimenticios el 24%. El calzado, ropas, muebles, vinos, coñac, licores, tabaco, aceite y algunos artículos de cuero el 35%. La cerveza, la harina y las papas el 50%.

El efecto inesperado, pero que Rosas había considerado correctamente, era que disminuyeron las importaciones, pero el crecimiento del mercado interno compensó esa caída. De hecho, los impuestos por importación aumentaron significativamente. Más tarde, bajo el efecto de los bloqueos, se redujeron estas tasas de importación, pero nunca volvieron a ser tan bajas como en la época de Rivadavia, ni tanto como serían después de su caída.

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¿Qué fue la Confederación Argentina?

La Confederación Argentina fue una confederación de provincias que existió entre 1835 y 1852, durante la organización de la actual República Argentina. Las provincias formaron una confederación de estados soberanos que delegaban la representación exterior y algunos otros poderes en el gobierno de una de ellas. Es uno de los nombres oficiales de la República Argentina conforme al artículo 35 de la Constitución de la Nación Argentina, junto con el de República Argentina y Provincias Unidas del Río de la Plata.

La firma del Pacto Federal entre las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes el 4 de enero de 1831 —al que adhirieron en los dos años siguientes las otras 9 provincias entonces existentes— es considerado como el punto de arranque del período de transición, finalizado con el regreso de Juan Manuel de Rosas al gobierno de Buenos Aires en 1835. El derrocamiento de Rosas luego de la Batalla de Caseros llevó a la secesión de la principal provincia de la Confederación, dando origen al Estado de Buenos Aires en 1852. Este último entró en guerra con el resto de la Confederación y se enfrentó con ella en la Batalla de Pavón en 1861. El triunfo de Buenos Aires significó el fin de la Confederación, la reunificación nacional —a costa de las autonomías federales provinciales— hegemonizada por la élite liberal instalada en la ciudad de Buenos Aires y la aplicación de la Constitución de 1853 en todo el territorio.

Antecedentes

La Argentina surgió como estado independiente de hecho el 25 de mayo de 1810 con el nombre de Provincias Unidas del Río de la Plata. A partir de principios de 1814 se formó un inorgánico Partido Federal, que —al año siguiente— intentó organizarse con el nombre de Unión de los Pueblos Libres a través del Congreso de Oriente: una parte de las Provincias Unidas adoptó la forma federal de gobierno, enfrentado al unitarismo del gobierno central, iniciándose las guerras civiles argentinas.

A su vez, en julio de 1816, las provincias sometidas al gobierno central —más la Provincia de Córdoba, gobernada en ese entonces por los federales— declararon oficialmente la independencia en el Congreso de Tucumán. Para ese entonces, los ejércitos argentinos enfrentaban a las fuerzas del Imperio español en varios frentes simultáneos, mientras los federales iniciaban su lucha contra la invasión luso-brasileña.

En 1820, tras el motín de Arequito, que causó la disolución del Congreso Nacional y del gobierno central, cada provincia pasó a gobernarse por sí misma. Esta situación pareció comenzar a revertirse a partir de 1824, con la reunión de un nuevo Congreso Nacional. El estallido de la Guerra del Brasil al año siguiente aceleró el proceso de formación de un nuevo gobierno central, dirigido por el presidente Bernardino Rivadavia, pero las negociaciones de éste con el Imperio de Brasil y su apoyo al unitarismo en la renacida guerra civil causó un descontento generalizado tanto en la capital como en las provincias interiores.

El gobierno central y el Congreso fueron nuevamente disueltos, se perdieron las provincias de Tarija —incorporada a Bolivia mientras Argentina estaba en guerra contra Brasil— y la Oriental, la cual —debido a las presiones del Reino Unido y del Imperio del Brasil— se independizó como Estado Oriental del Uruguay. En 1833 las Islas Malvinas serían ocupadas por el Reino Unido. Durante varios años tuvo lugar una nueva guerra civil, tras la cual el Partido Federal logró controlar todos los gobiernos provinciales. Una serie de intentos de institucionalizar el Estado Argentino en alguna forma —especialmente la adhesión de todas las provincias al Pacto Federal— no logró establecer leyes en común ni un gobierno central. Gradualmente se fue adoptando la denominación Confederación Argentina para el conjunto, que se reconocía como parte de un estado, pero no se dio instituciones políticas ni legales en común.

Secesión de Buenos Aires

Como consecuencia de la derrota de Rosas en la Batalla de Caseros, ocurrida en 1852, se inició un proceso de institucionalización del país, que conservó el nombre de Confederación Argentina: se sancionó la Constitución Argentina de 1853 y se formó un gobierno y un Poder Ejecutivo. No obstante, la Provincia de Buenos Aires se negó a participar en el nuevo estado, separándose con el nombre de Estado de Buenos Aires. Su separación se debió a que la élite comercial en Buenos Aires no aceptaba el gobierno nacional en manos de un líder federal del interior -en este caso, el presidente Urquiza- ni firmar una Constitución que obligara a repartir con las provincias los recursos aduaneros, que hasta entonces detentaba solamente la ciudad de Buenos Aires. El régimen establecido en la ciudad y la provincia de Buenos Aires, acaudillado por líderes unitarios tales como Valentín Alsina y Bartolomé Mitre retiró sus representantes del Congreso Constituyente, antes de que éste adoptara la Constitución. Igualmente, se negó a tomar parte en la elección de las autoridades nacionales ni aceptar su autoridad.

La sanción de la Constitución de 1853, que establecía un régimen federal de gobierno, marcó un hito importante en el desarrollo de la Confederación. El 5 de marzo de 1854 fueron electos presidente y vicepresidente el general Justo José de Urquiza y el doctor Salvador María del Carril, quienes se trasladaron con sus ministros a Paraná, establecida entonces como Capital provisoria de la Confederación Argentina. Fueron presidentes de la Confederación el general Urquiza, el doctor Santiago Derqui y el general Juan Esteban Pedernera, éste en carácter de provisorio.

Conflictos internos y externos

El nombre se generalizó a partir del inicio del segundo mandato de Juan Manuel de Rosas como gobernador de la Provincia de Buenos Aires, reuniendo por voluntad de las demás provincias el cargo de encargado de las relaciones exteriores y la guerra de la Confederación. Entre 1835 y 1852 las provincias argentinas utilizaron la denominación Confederación Argentina para sus relaciones internacionales. Eran en total catorce provincias, y los territorios que efectivamente controlaban eran en muchos casos sensiblemente menores que los actuales; formaban una alianza bastante lábil de diferentes estados independientes en casi todos los aspectos, salvo en aquellos en que Rosas pudo imponer su voluntad por sobre la de las dirigencias locales por medios políticos, económicos o militares.

Durante todo el período de la Confederación, las Provincias Unidas vivieron de hecho una guerra civil, dentro de las fronteras de la actual Argentina, generada por los exiliados políticos del Partido Unitario desde el Uruguay, Chile y Bolivia, en lucha casi permanente para recobrar el poder. Entre 1837 y 1838, en la frontera norte del país se libró la guerra contra la Confederación Perú-Boliviana; en la práctica, se trató de una serie de escaramuzas y combates menores, en las cuales las tropas argentinas —casi exclusivamente milicias reclutadas en las provincias del Noroeste argentino— fueron comandadas por el gobernador tucumano Alejandro Heredia. Simultáneamente, en el Estado Oriental del Uruguay se libró la llamada «Guerra Grande», que se relacionó con las guerras argentinas, con tropas argentinas participando en la misma; en términos generales, los federales colaboraban con los blancos contra los colorados. Por su parte, tropas unitarias colaboraban con los colorados y con sus apoyos extranjeros, especialmente por parte de los gobiernos de Gran Bretaña, Francia y el Imperio del Brasil, además de gran cantidad de mercenarios y voluntarios italianos y de otros países europeos.

En 1845, el conflicto no declarado contra la Confederación Argentina por parte de franceses e ingleses, que apoyaban al gobierno de la ciudad de Montevideo, se transformó en una invasión naval a gran escala, la llamada Guerra del Paraná; la misma terminó por fracasar debido a la resistencia de las fuerzas federales, en particular en la Batalla de la Vuelta de Obligado.

La Confederación Argentina estaba conformada por las provincias autónomas de Santa Fe, Buenos Aires (separada de la misma como Estado de Buenos Aires entre 1853 y 1860), Entre Ríos, Corrientes, Tucumán, Salta, Jujuy, Santiago del Estero, Catamarca, Córdoba, La Rioja, San Juan, San Luis y Mendoza.

Permanecían en manos de los pueblos indígenas: casi la totalidad de la Patagonia, la región chaqueña, la provincia de La Pampa y grandes porciones de otras provincias. Hasta su caída, el gobierno de Rosas no reconoció la independencia del Paraguay, pero ésta nunca estuvo de hecho, ni de derecho, unida a la Confederación. El territorio de la provincia de Misiones tras las devastaciones brasileñas de los 1820 permanecía, de hecho, desierto y su soberanía cuestionada por el Paraguay.

El 5 de marzo de 1854, Justo José de Urquiza sería el primer presidente de la nueva Confederación Argentina, con capital en la ciudad de Paraná (Entre Ríos), siendo su vicepresidente Salvador María del Carril. Durante su gestión impulsó la creación de colonias de inmigrantes, promovió la enseñanza, nacionalizó la Universidad de Córdoba, reconoció la independencia del Paraguay y firmó un tratado de libre navegación de los ríos con Brasil. Intentó modernizar el país, pero chocó una y otra vez con impedimentos de orden económico. Inevitablemente, la Confederación necesitaba de los ingresos aduaneros de Buenos Aires, porque las provincias carecían de recursos para sostener su administración. Esta falta de recursos impidió el desarrollo y la integración económica de las provincias

En 1857 se estableció la Ley de Derechos Diferenciales, que establecía un recargo en los impuestos de importación a todos los productos que ingresaran a los puertos dela Confederación después de haber pasado por Buenos Aires, exceptuando a aquellos que arribaban directamente del exterior, pero la medida no fue demasiado eficaz.

Como no podía ser de otra manera, los derechos diferenciales de Aduana provocaron serios roces entre Buenos Aires y la Confederación. Era claramente un intento desesperado de Urquiza para superar el déficit económico. De nada habían servido la creación de nuevos impuestos, la búsqueda de empréstitos o la emisión de papel moneda y bonos. La clave seguía estando en el manejo de la Aduana porteña, y mientras siguiera bajo la jurisdicción del Estado de Buenos Aires, ésta seguiría siendo próspera y la Confederación pobre.

Conflictos en la provincia de San Juan desencadenaron la inevitable confrontación. En octubre de 1859 se enfrentaron en Cepeda las tropas comandadas por Mitre y Urquiza, resultando triunfante el ejército de la Confederación. El gobernador Alsina debió renunciar y ambos estados negociaron la paz en San José de Flores.

Fin de la Confederación Argentina

Antes de la reforma constitucional de 1860, se usaba "Confederación Argentina" en el preámbulo y artículos; no obstante, tras ésta y al reincorporarse la provincia de Buenos Aires a la Confederación, se reemplazaron esas menciones por "Nación Argentina". De todos modos, un artículo de la Constitución declara que el nombre de Confederación Argentina sigue siendo uno de los nombres oficiales del país. No obstante, la historiografía argentina suele utilizar el nombre de Confederación Argentina a todo el período que termina con la caída del gobierno de Derqui y Pedernera, a fines de 1861, como netamente separado del período inmediatamente posterior, dominado por los líderes unitarios y porteñistas. La batalla de Pavón y la invasión de los ejércitos porteños a las provincias interiores significaron una ruptura decisiva, y el término "Confederación Argentina" dejó de usarse. Tras casi un año de acefalía, asumió la presidencia el ex gobernador porteño Bartolomé Mitre.